¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
«Dichoso el que no se escandalice de mí»
Es una gran responsabilidad, para los que nos decimos cristianos, transmitir y demostrar con nuestras actitudes, que somos los mensajeros de un Dios hecho hombre y más en un mundo en el que, como dice San Juan Pablo II en su mensaje “Si quieres la Paz, sal al encuentro del pobre” (Jornada Mundial de la Paz. 1993), “….la gente está dominada hoy por el ansia frenética de poseer bienes materiales. La sociedad de consumo pone todavía más de relieve la distancia que separa a ricos y pobres, y la afanosa búsqueda de bienestar impide ver las necesidades de los demás. Para promover el bienestar social, cultural, espiritual e incluso económico de cada miembro de la sociedad es pues, indispensable frenar el consumo inmoderado de bienes materiales y contener la avalancha de las necesidades artificiales. La moderación y la sencillez deben llegar a ser los criterios de nuestra vida cotidiana”.
Viene bien por ello la frase, que se dice, de San Francisco de Asís: “Ten cuidado con tu vida, quizás sea el único Evangelio que muchas personas vayan a leer”. Nuestra entrega a Jesús va a depender de nuestro comportamiento interior para recibirlo y así hacer posible darlo a conocer al mundo que nos rodea.
Alegría por la llegada de Jesús
En este tercer domingo de Adviento, las lecturas hacen hincapié en la alegría que supone la llegada de Jesús.
”El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría”. (Isaías 35)
Hay también una obligación y una necesidad de actuación para ayudar, hoy, a los que están sufriendo, y además, a ser conscientes de nuestra responsabilidad con las generaciones futuras; por ello, nos sigue diciendo la lectura de Isaías: “Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: Sed fuertes, no temáis”. Y una recompensa: “¡Mirad a vuestro Dios!, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará”.
Natividad del Señor
“La Encarnación del Verbo de Dios es por sí misma, de manera radical y esencial, el empobrecimiento de Dios”. (Comisión Episcopal de Pastoral Social. La Caridad en la vida de la Iglesia, 21)
Estos son los compromisos que, hoy, cerca de la Natividad del Señor y en su nombre, se nos exigen: La alegría de poder estar en permanente contacto con Él mediante la oración, sabiendo que lo tenemos a nuestro lado cuando llegan los momentos de sufrimiento a nuestras vidas; la entrega sin reservas y de corazón a favor de las personas que nos necesitan, puesto que hay una gran mayoría en las que sus sufrimientos no tienen paliativos; y la acción de gracias permanente por la recompensa de haber tenido la oportunidad de haber descubierto a Jesús a través de aquellas personas que, en algún momento de nuestras vidas, interfirieron en este sentido de entrega, ya que Él así lo dispuso.
Enseñanza social y orientaciones para la vida
“Para que el ejercicio de la caridad sea verdaderamente extraordinario y aparezca como tal, es necesario que se vea en el prójimo la imagen de Dios según la cual ha sido creado, y a Cristo Señor a quien en realidad se ofrece lo que se da al necesitado; se considere como la máxima delicadeza la libertad y dignidad de la persona que recibe el auxilio; que no se manche la pureza de intención con ningún interés de la propia utilidad o por el deseo de dominar; se satisfaga, ante todo, a las exigencias de la justicia, y no se brinde como ofrenda de caridad lo que ya se debe por título de justicia; se quiten las causas de los males, no sólo los defectos, y se ordene el auxilio de forma que quienes lo reciben se vayan liberando poco a poco de la dependencia externa y se vayan bastando por sí mismos”. (Apostolicam Actuositatem, 8)
La petición “Venga a nosotros tu Reino” que rezamos en la Oración del Señor, nos hace tomar conciencia de que trabajar por la justicia requiere vivir y actuar con coherencia y credibilidad, procurar no alinearnos con las estructuras de pecado cuyos tentáculos nos alcanzan de forma sutil y sugerente.
Recemos, de verdad, cada día, “Venga a nosotros tu Reino”.
Propuestas y reflexiones
Dejemos de alinearnos con un sistema injusto que robustece estructuras generadoras de mal. Preguntémonos qué consumo, cómo se ha hecho, quién lo ha hecho…, para qué lo compro. (Fundación Cardenal Spínola de Lucha contra el Paro, Documento 2016)
«Aceptar la llamada de Cristo a la apertura hacia los otros exige una reelaboración de todo el estilo de nuestra vida cotidiana. Es necesario aceptar esta llamada en las dimensiones reales de la vida”. (San Juan Pablo II, Audiencia General 4 de abril de 1979).
“La Sagrada Escritura nos recuerda que Dios escucha con gran misericordia «el grito de los pobres». La Iglesia de Dios, habitada y movida por su Espíritu, debe avivar en ella su amor misericordioso hacia los pobres, escuchando su llamada y prestando su voz a los que no tienen voz”. (Comisión Episcopal de Pastoral Social. La Caridad en la vida de la Iglesia, 9)