5 cosas que necesitas saber del 1 de enero
Si alguno te preguntara el significado del 1 de enero, ¿qué dirías? Lo primero que te vendría probablemente a la cabeza es que es el inicio del año nuevo. Y quizás lo definirías el día en que hay más resacas que en el resto del año. Si estás verdaderamente informado sobre tu fe católica, recordarás que ese día la Iglesia honra a María como Madre de Dios. Tendrías razón en las tres cosas, pero ¿sabes que hay mucho más?
Estas son las cinco cosas que podrías no saber sobre el 1 de enero:
1. El 1 de enero es la solemnidad de María, Madre de Dios. Una solemnidad es una celebración litúrgica diversa de los días festivos y de las memorias. Las tres honran a los santos o aspectos especiales de Jesús y María, pero las solemnidades son el grado más alto de las celebraciones y se reservan a los misterios más importantes de la fe.
Las solemnidades incluyen la Pascua, Pentecostés, la Inmaculada Concepción, los principales títulos de Jesús y los santos que son particularmente importantes en la historia de la salvación. Las Misas de las solemnidades tienen los mismos elementos que las dominicales, incluidas las tres lecturas, la oración de los fieles, el Credo y el Gloria. Algunas solemnidades son también días de precepto, pero esto varía de país a país en base a los dictámenes de las Conferencias Episcopales.
2. La solemnidad de María, Madre de Dios, se celebra en la Octava de Navidad. “Octava” deriva del latín e indica la práctica de la Iglesia primitiva de celebrar la Navidad durante ocho días. La tradición se remonta al Antiguo Testamento, cuando el pueblo judío observaba muchas de sus fiestas durante un periodo de ocho días, por ejemplo la fiesta de los tabernáculos y la dedicación del Templo.
A continuación, el emperador romano Costantino añadió a esta tradición la celebración de la dedicación de las basílicas. En el pasado había muchas fiestas que se celebraban con octavas; desde el Concilio Vaticano II, sólo la Navidad y la Pascua tienen octavas.
El motivo por el que los judíos celebraban durante ocho días era que la vida para ellos era muy intensa, y las familias luchaban entre las presiones y divisiones provocadas por las tradiciones paganas. Así, se les garantizaba un periodo de ocho días para que las familias asumieran más plenamente la importancia de estas fiestas litúrgicas.
Considerando la importancia de la Navidad, no sorprende que la Iglesia nos conceda ocho días de contemplación especial (aunque tradicionalmente el periodo navideño termina con el Bautismo de Jesús, que este año se celebra el 11 de enero).
3. Madre de Dios, Theotokos en griego, es el título más alto jamás atribuido a María. Le fue conferido durante el Concilio de Éfeso en el 431 d.C.. El Concilio estableció que la humanidad y la divinidad de Jesús no podían separarse, y por tanto María merecía con razón el título de Madre de Dios. María trajo al mundo a Jesús, y por tanto es verdaderamente madre de Dios, pues Jesús es a segunda Persona de la Trinidad.
4. La solemnidad de María, Madre de Dios, es la fiesta mariana más antigua que se celebra en la Iglesia católica.
5. María no es sólo Madre de Dios, sino también nuestra verdadera madre. Cuando dijo sí al ángel Gabriel con ocasión de la Anunciación, dijo sí al ser madre de Jesús, y al mismo tiempo dijo sí al hecho de convertirse en nuestra madre espiritual.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que María es nuestra madre en el orden de la gracia.
“Su papel con relación a la Iglesia y a toda la humanidad va aún más lejos. Colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su obediencia, su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra madre en el orden de la gracia”.
“Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos. En efecto, con su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna. Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora” (CCC 968, 969).
El papel de María como nuestra madre comenzó con la Anunciación y continua para toda la Eternidad. Dado que ama tanto a su Hijo, nos ama tiernamente como miembros de su Cuerpo Místico.
Cuando nos despertamos el primer día del año, podemos dar la vuelta al calendario e ilusionarnos con la perspectiva de un año nuevo que empieza, o tomarnos algo para aliviar los síntomas de la noche anterior, pero más que esto podemos alegrarnos porque somos profundamente amados por una Madre que no es sólo Madre de Dios, sino también Madre nuestra.
Fuente: Aleteia