El Fundador de los misioneros identes que pasó por este mundo dedicado enteramente a cumplir la voluntad del Padre celestial, eje vertebral de su existencia, en su tierna infancia tuvo claro que el cielo debía ser su vocación antes que cualquier otra. El mismo Padre Celeste se lo dijo, igual que hizo cuando le rogó que fuese santo como Él. Puso tanto empeño en alcanzarlo que nada pensó, dijo e hizo que no estuviese impregnado del excelso amor divino. Cuando se lee una de sus obras emblemáticas En el corazón del Padre (B.A.C, 2014) en la que se contienen momentos íntimos espirituales que fueron narrados por él a sus hijos espirituales con una belleza y profundidad inusuales, se aprecia de qué modo toda su vida estuvo impregnada de esa pasión por su Padre Celestial.
Al paso de los años con su cuerpo llagado por numerosas intervenciones quirúrgicas (casi una treintena), y tantas cicatrices en el corazón por incontables sufrimientos, sus anhelos para irse con el Padre eran harto notorios. Se trataba de un momento que se le antojaba inaplazable. Sus súplicas para irse ya de este mundo, consciente de que había cumplido su misión, de que no le quedaba nada por hacer, fueron especialmente apremiantes a finales del año 2004, en las postrimerías de octubre, intensísimos a finales de noviembre, y ya imparables al inicio de diciembre.
La Virgen María le había alumbrado siempre, junto a la Santísima Trinidad y a san José. De modo que cuando se iba a acercando al final de su vida a Ella se dirigió rogándole que se lo llevara de forma insistente e incansable, convirtiéndose en un lamento, diapasón que marcó los últimos días de su permanencia en la tierra. Y fue así que el 6 de diciembre, en vísperas del día de la Inmaculada, se producía su tránsito a la vida eterna. Sería por siempre el añorado dies natalis, la fecha más trascendental de su existencia. Para sus hijos espirituales era claro que fue Ella quien se lo llevó. Es también inevitable recordar una de las confesiones que él hizo en sus Leyendas de amor (Fundación Fernando Rielo, 2010) acerca de cómo sería ese postrer instante, tal como se le dio a entender en uno de los favores místicos que recibió: “Me dejó la certeza de que los dos, Cristo y María, me acompañarán a los pies de mi muerte, guiándome, a la vez, ante la presencia de un Padre que, corona en mano, ceñirá mi dichoso destino”.
Este 6 de diciembre de 2023 se cumple, por tanto, el diecinueve aniversario de su dies natalis. Un año que ha estado presidido por multitud de eventos por el centenario de su nacimiento que también se clausura en esta fecha mencionada. Muchísimas felicidades querido padre Fundador. Un inmenso y emocionado abrazo hasta ese cielo en el que por fe creemos te hallas.
En Sevilla esta clausura y celebración del aniversario de su tránsito tendrá lugar el próximo domingo día 10 a las 13:00 h. en la parroquia de Nuestra Señora del Pilar, Plaza Niño de Vallecas, 4.
Les esperamos. Muchas gracias.
Isabel Orellana Vilches, misionera idente