El otro día leí esta bella cita en la Biblia: “El Señor camina sobre la tormenta y las nubes son el polvo de sus pies.” Nahúm 1:3.
El Señor se manifiesta en todos los acontecimientos de nuestra vida y hemos de sentir su presencia cada día que acontece.
Esta pandemia me ha enseñado que ni el pasado ni el futuro existen, sólo el presente que hemos de vivirlo intensamente.
Lo que ocurra más adelante, lo ponemos bajo su Providencia. Ayer, me decía un buen amigo que sufriendo por la enfermedad de su padre, decidió ponerla bajo la voluntad del Señor y me dio un gran ejemplo con sus palabras.
Estamos acostumbrados a intentar solucionar los problemas humanamente; y hay veces que nos paramos y nos damos cuenta que si no los dejamos a su Providencia, somos hombres de poca fe.
Nos hemos dado cuenta en lo que hemos vivido de nuestra vulnerabilidad
Estos tristes acontecimientos, me han hecho mirar más al cielo, “a las nubes”, como nos dice el profeta Nahúm, y no tanto al suelo que piso, como hago normalmente.
Esa mirada a la trascendencia es lo que nos va a dar sentido a nuestra vida en los “tiempos recios” que vivimos, expresión de Sta. Teresa que es de total actualidad.
Tenemos que ser testigos de esperanza, el mundo lo necesita. No quejarnos de que el mundo va mal, sino preguntarnos ¿qué aporto yo para que la situación mejore?…
Pues el Señor, que nos acompaña en las “tormentas” por las que estamos pasando, como nos menciona el profeta en el versículo citado, nos pide ahora que seamos testigos de la Verdad y de la esperanza tan necesitada en este momento que nos ha tocado vivir.