Para este mes de agosto tenía previsto escribir varias contribuciones en relación con documento, esencial como todos del Papa Francisco, me refiero a Querida Amazonia, Exhortación Apostólica Postsinodal, publicada en febrero de 2020, emanada del Sínodo que tuvo lugar en Roma entre el 6 y el 27 de octubre de 2019 y que concluyó con un texto titulado Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. La exhortación ha sido publicada en forma de libro y la podemos encontrar en la web vaticana. De nuevo, tras la Carta Encíclica Laudato Si´ Sobre el Cuidado de la casa Común, aparece el concepto ecología integral, un eje vertebrador para la transformación del mundo y la conservación del planeta. En la presentación que hace el Papa al documento presentado en el mes de febrero, explicando el sentido de la Exhortación, manifiesta cuatro sueños que la Amazonia le inspira:
- Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida
- Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza que la destaca, donde brilla de modos tan distintos la belleza humana.
- Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas.
- Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos.
El capítulo primero de la Exhortación lleva por título Un sueño social. En dicho capítulo, el Papa Francisco nos habla de nuevo del clamor de la Tierra y el clamor de los pobres, soñando con una Amazonia que integre y promueva a todos sus habitantes para consolidar un buen vivir. Al referirse a la Amazonia habla el Papa Francisco de la injusticia y el crimen que suponen los intereses colonizadores. Quisiera recordar aquí el libro El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa, publicado en el año 2010, donde se narra parte de la vida de Roger Casement, uno de los primeros europeos que se manifestaron y actuaron contra las injusticias y arbitrariedades que cometían las potencias europeas en los países colonizados, como África y América. Es un libro de obligada lectura para aquellos que quieran tener conciencia con los pueblos a los que, como europeos, hemos explotado, expoliado y oprimido. Quizás hoy debamos pensar en nuestra actitud con ellos desde la Unión Europea no olvidando el pasado colonizador que vivimos y el presente de olvido de sus desdichas.
Quisiera retomar el título de este ensayo: La Amazonia ha perdido a Pedro Casáldaliga. Quizás este nombre no le diga nada a algunos, aunque si a otros, pero creo que traer aquí un texto a modo de obituario en relación con su muerte acaecida el 8 de agosto sea justo, especialmente si estamos hablando del documento del Papa Francisco, donde habla de las cosas por las que luchó toda su vida Pere Casaldáliga, obispo emérito de la diócesis católica de Sao Félix do Araguaia, en el Estado de Mato Grosso en Brasil, para algunos una referencia de la Teología de la Liberación. Ha fallecido a la edad de 92 años, tras 52 años lucha por los más pobres en la Amazonia. Su origen familiar es campesino. Nació en el año 1928 en Balsareny (Barcelona, Catalunya, España). Claretiano, fue ordenado sacerdote en España en el año 1952 y llegó a Brasil como misionero en el año 1968. A lo largo de su vida siempre defendió, al igual que hace el Papa Francisco, que la Iglesia Católica debe tener un intenso papel social y por ello dedicó su vida a los más pobres y vulnerables, especialmente a los campesinos explotados y a los pueblos indígenas de la Amazonia. Creo que su papel, como ejemplo de vida, puro evangelio, en el sentido indicado en el párrafo anterior, debe ser divulgado en este momento donde coincide su muerte con la presentación de la Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonia, el documento excepcional del Papa Francisco al dedicaremos algunos ensayos. Juan Arias ha publicado en El País (9 de agosto de 2020, página 5) un artículo de opinión en ocasión de la pérdida para algunos de los seres más desgraciados que del planeta que ha supuesto la muerte del obispo emérito. Nos dice en su artículo que le gustaba lo llamaran obispo de los olvidados, también se le conocía como obispo de los pobres. Manifiesta Juan Cueto que monseñor Pedro Casáldaliga se consideraba “un misionero que encarnaba el Evangelio en vivo, como religioso al servicio de los que se quedan siempre en la cuneta, olvidados por todo los poderes, victimas del capitalismo salvaje”. Su vida es un mensaje desde la Amazonia que resuena muy fuerte y hace más vivo y necesario el documento Querida Amazonia del Papa Francisco.