Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,37-41):
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa.
Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: «Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»
Comentario
Dad limosna de lo de dentro
Para el fariseo que sienta a Jesús a su mesa -lo que ya implica un cierto grado de escucha del mensaje que predicaba-, es motivo de escándalo que no cumplieran con las abluciones obligadas en la ley mosaica antes de ponerse a comer. Era un gesto muy desconsiderado con quien lo había invitado a comer. Pero Jesús va más allá del gesto, porque no se queda en lo de fuera, sino que va al interior, al corazón de ese fariseo que, dos mil años después, somos tú y yo, siempre remilgados con el cumplimiento exacto de los mandatos y la disposiciones morales acordes con nuestra fe. «¡Necios!», nos grita Cristo también a nosotros porque damos más valor a la apariencia, a lo de fuera, a quedar bien ante los demás que en agradar a Dios nuestro Padre que hizo lo de dentro. Por eso, la limosna que agrada a Dios no es la que rebosa de fuera, de lo que sobra para acallar las conciencias, sino la que sale de dentro, la que implica el propio corazón puesto en juego.