Pide el Papa Francisco que recemos a san José en los tiempos difíciles. Al final de su Audiencia General del miércoles 17 de marzo, el Papa Francisco invitó a los fieles a invocar siempre a san José, sobre todo en los momentos duros, pues es el protector de la familia y en los momentos aciagos todos los miembros de la familia sufren. Manifiesta el Papa en relación con san José: “En la vida, en el trabajo, en la familia, en la alegría y en el dolor siempre buscó y amó al Señor, mereciendo en las Escrituras el reconocimiento de un hombre justo y sabio. Invócale siempre, sobre todo en los momentos difíciles, y confía tu existencia a este gran santo“. Las madres sufren, los hijos y las hijas sufren, y también los padres sufren. Tenemos un planeta con mucho dolor y tristeza actualmente: sindemia, guerras, cambio climático, avaricia, hambre, soledad, expoliación de recursos, inequidades. Evoquemos a un santo que supo cuidar de los suyos, de su familia.
El día 19 de marzo celebramos la festividad de san José y también el Día del Padre. Con justicia, celebramos en el mes de mayo el Día de la Madre, pero esta semana tenemos un recuerdo para los padres. Siempre me gustó el cuadro Sagrada Familia del Pajarito, óleo de Bartolomé Esteban Murillo, que muestra a san José, a la Virgen María y al niño Jesús en una entrañable escena familiar. La Virgen mira, san José acoge al Niño, hay un perro jugando con él, y un pajarito, posiblemente un gorrión. San José está en el centro de la escena y capta inmediatamente la atención, y podemos fijarnos en su sonrisa, tranquila y feliz, con satisfacción de padre. San José cuida al Niño Jesús. Y el Niño Jesús cuida al pajarito, ese gorrión que hoy declina en nuestras ciudades porque no sabemos cuidar la Creación.
El número 279 de la revista Iglesia en Sevilla, correspondiente al mes de marzo, dedica su portada a san José con el titular “Con corazón de padre”, recordándonos que es custodio de la Iglesia y Patrón del Seminario. También, nos recuerda Adrián Ríos, director de Iglesia en Sevilla, en el editorial del número de marzo, que este día 19 de marzo debemos recordar que se cumplen ocho años del inicio del pontificado del Papa Francisco. El editorial lleva por título “Cuídate”, y nos manifiesta su autor que es una palabra que repetimos muchos en estos tiempos. También nos recuerda que no estamos cuidando el planeta y sus criaturas, hemos olvidado el ejemplo de cuidado amoroso que ejerció san José por el Niño Jesús. El Papa Francisco, en sus numerosos escritos, nos recuerda Adrián Ríos, como por ejemplo, en Laudato Si´ y Fratelli Tutti, nos pide ser custodios de la Creación, cuidadores de la evolución, ya que estamos integrados en una gran familia denominada Biosfera. San José cuidó a su familia, sigamos su ejemplo y cuidémonos unos a otros y al conjunto de la vida. En Amoris laetitia Sobre el amor en la familia, el Papa Francisco nos habla de ese ecosistema de amor, entrega, ternura y generosidad que constituye la familia.
De acuerdo con algunos autores durante los primeros siglos del cristianismo, la figura de san José permanece en un segundo plano en la vida de la Iglesia. La veneración pública y general al Santo Patriarca no comienza en Occidente hasta los siglos XIII al XV, y va unida a los santos de la época que la propagaron. En el siglo XVI, es importante el impulso que dio a la devoción a san José santa Teresa de Jesús, manifestando una gran confianza en la protección de san José. En 1870, Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. En nuestros tiempos, san Josemaría Escrivá de Balaguer tuvo siempre una especial devoción a san José. En muchos de sus libros más leídos (Camino, Surco, Forja) dedica muchos aforismos a san José. Manifestaba san Josemaría que la paternidad de san José respecto a Jesús no se reduce a un mero título civil, sino a una auténtica paternidad establecida por Dios, que quiso poner a san José a la cabeza de la Sagrada Familia, subrayando que san José es la persona que más intensamente trató a Jesús y a María (Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei).
Siempre me llamó la atención, quizás porque la figura de san José siempre me atrajo bajo la influencia de mi padre, que, de los cuatro Evangelios Canónicos, solo dos de los escritos por san Mateo y san Lucas, dos de los tres evangelios sinópticos, registran la figura de san José siendo una figura tan esencial. Para algunos exegetas, la figura de san José debe entenderse bajo la perspectiva conjunta que suministran los dos evangelios que la citan, es decir, los evangelios de san Mateo y san Lucas. Ambos evangelios garantizan el origen davídico de Jesús y, con ello, su validez como Mesías.
En san Mateo se habla de José cuando se explica la genealogía de Cristo (Mt, 1, 1-17). A continuación, en dicho evangelio se muestra la zozobra de José ante el Ángel, que le descubre su esencial papel en la redención y nos dice que José le puso el nombre de Jesús al Niño (Mt, 1, 18-25). Seguidamente, el evangelista relata la adoración de los Magos (Mt, 2, 1-12) y curiosamente san Mateo en el momento de la adoración olvida a san José, indicando que “entraron en la casa y vieron al Niño con María, su Madre”. En el siguiente apartado del Evangelio de san Mateo (Mt, 2, 13-15), se muestra la huida a Egipto y allí tiene mucho protagonismo san José, ya que se le aparece un ángel del Señor y le indica que debe tomar a su familia y huir a Egipto. Cuántas familias en estos tiempos tiene que huir de la muerte por guerras, muchas veces motivadas por intereses económicos, desastres ambientales, privaciones de todo tipo, y encuentran muros y barreras, y mucha incomprensión. La Sagrada Familia no encontró muros, ni concertinas, pudieron migrar para salvar la vida. La vuelta de Egipto (Mt, 2, 19-23) se inicia con un nuevo aviso del Ángel del Señor a san José, indicándole que tome al Niño y a su Madre y vuelvan a la tierra de Israel. De nuevo recibe otro aviso de Dios y evita ir a Judea dirigiéndose a Galilea, estableciéndose en Nazaret. Y aquí se pierde el rastro de san José en el Evangelio de san Mateo.
El Evangelio de San Lucas nos habla en su inicio del denominado Evangelio de la Infancia. La figura de san José aparece en el fragmento que relata el anuncio del Ángel Gabriel a María del nacimiento de Jesús (Lc, 1, 26-38). De nuevo se muestra la figura de san José en el relato del viaje, de unos 120 km, de la Sagrada Familia de Nazaret a Belén (Lc, 2, 1-7). En el relato de la adoración de los pastores se indica la presencia de san José (Lc, 2, 15-20). Al final de este apartado del Evangelio, de una gran belleza, se indica “María guardaba todas estas cosas en su corazón”, en relación con que vivía. Un corazón de madre, pero con seguridad san José también guardaba amorosamente todos los recuerdos. En el apartado relativo a la circuncisión de Jesús, también se alude a la Sagrada Familia, le subieron a Jerusalén para presentarle al Señor (Lc, 2, 22-35). Y se dice que el padre y la madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él. El Evangelio habla de la vuelta a Nazaret (Lc, 2, 39) de la Sagrada Familia (se volvieron a Galilea a su ciudad de Nazaret). El apartado que relata la presencia de Jesús en el templo de Jerusalén entre los maestros es hermoso, indicando la búsqueda de san José y la Virgen María de Jesús durante tres días, con la hermosa frase y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón y Jesús progresaba en sabiduría. Y aquí acaba el rastro de san José en el Evangelio de San Lucas. Ésta es la última mención a san José en el Evangelio de San Lucas.
En los dos Evangelios donde figura la presencia de san José es siempre en relación con los tiempos anteriores a la vida pública del Hijo de Dios. San José tiene un papel esencial, comprendiendo su labor y cuidando a la Virgen María y al Niño Jesús, como un buen padre. Quizás su desaparición del relato evangélico posterior a la infancia de Jesús tiene que ver con su muerte. Según algunos investigadores, san José debió morir a los 50 años, antes de que comenzara la vida pública de Jesús. Para Mónica Arrizabalaga (ABC, 2015), la idea de que san José era un carpintero hay que entenderla en un sentido amplio, ya que posiblemente trabajaba en la construcción levantando estructuras de madera, actividad de riesgo que pudo ocasionar su fallecimiento en un accidente laboral. En los Evangelios Apócrifos sí se relatan pasajes de la vida posterior al tiempo descrito en los Evangelios Canónicos de la vida de san José (por ejemplo, Historia de José el carpintero, Historia árabe de José el carpintero o Historia copta de José el carpintero). Resulta muy enriquecedora la lectura de Vida de Nuestro Señor Jesucristo, de L. – CL. Fillion (1936, Editorial Fax, Madrid, en tres tomos).
San José tuvo un papel esencial en el marco global de la venida del Hijo de Dios al mundo, en relación con su amor a la Virgen María como esposo y al Niño Jesús como padre. Por ello, en el día 19 de marzo, día de san José, celebramos el Día de Padre. Los padres también sufren, como las madres, por sus hijos, y también guardan todos los recuerdos en sus corazones. Los padres sufren en este mundo con tantas calamidades por sus hijos y cumplen su papel con generosidad y entrega. Por lo tanto, al igual que tenemos un Día de la Madre, debemos tener un Día del Padre y qué día mejor que la festividad de san José, un gran ejemplo de padre y esposo. También me gustaría tener aquí un recuerdo para los abuelos, que también son padres, y ha tenido tanta generosidad en las crisis que vivimos. Finalmente, y con respeto y cariño, deseo felicitar a D. Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla, por ser un padre para todos.