Ya pasó la Semana Santa de 2021. También pasó el tiempo de Navidad. Ambos espacios temporales están llenos de eventos llenos de humanidad y amor. En los dos tiempos buscamos en nuestro interior y nos rehacemos en cada uno de ellos. También son tiempos de convivir y vivir singularidades culturales junto con su expresión trascendente, la más importante para los cristianos. Son tiempos de vida en familia. Este año la Semana Santa ha sido de nuevo extraña. No hemos podido acompañar a nuestras imágenes en su recorrido por las calles de las ciudades. La vida de las Hermandades y Cofradías tiene también un componente familiar y convivencial importante. El acto final de salir a la calle con nuestras imágenes es el colofón de un año de intenso trabajo por parte de los hermanos y hermanas de las Hermandades y Cofradías. Los que salimos con nuestras imágenes tenemos recuerdos muy profundos y tiernos de la infancia viviendo la Semana Santa en familia y celebrando el día que salimos a caminar con nuestras imágenes. También lo vivimos con nuestros hijos e hijas.
El amor a nuestras Hermandades y Cofradías se guarda también en la familia. Todos los cofrades tenemos recuerdos de la infancia en nuestras casas preparando las túnicas. Y también hemos tratado que nuestros hijos los tengan igual. La familia cofrade es una realidad imperecedera. Este año no hemos salido. Sin embargo, la respuesta ha sido impresionante, ya que hemos podido visitar a nuestra imágenes en las iglesias, en casa y en el barrio, rezar con ellas y convivir con nuestros hermanos y hermanas cofrades. Hemos sido resilientes también en Semana Santa.
Nuestro Arzobispo, Don Juan José Asenjo, llamó, al inicio de la Cuaresma, a vivir la Semana Santa con «intensidad y autenticidad» en los hogares. Saber vivir como cristianos el tiempo que va desde el inicio de la Cuaresma a Pentecostés es muy importante. Pero también saber vivir como cristianos, inspirados por el mensaje del Evangelio de Jesús de Nazaret es esencial para lograr un mundo mejor, una sociedad más justa. Vivimos tiempos muy difíciles y el pensamiento cristiano debe iluminar el camino.
Luis Rueda, delegado diocesano de Liturgia, reflexiona sobre cómo los cristianos debemos vivir estos cincuenta días previos a Pentecostés manifestando que «así como la Cuaresma es símbolo de nuestro camino en la Tierra, la Pascua lo es de nuestra vida en el cielo”. Por tanto, “debemos tener muy en cuenta que el misterio de Pascua y el misterio de Pentecostés es uno solo, es fruto de la Resurrección, es la donación del Espíritu Santo. Dentro del mismo lapso, los cristianos revivimos el acontecimiento de la venida del Paráclito sobre los apóstoles”, explicó. El delegado de Liturgia ha manifestado que la Iglesia celebra dos pascuas a lo largo del año litúrgico. “Pascua, significa paso, el primero lo celebramos en Navidad, cuando Dios se encarna y pasa por este mundo como verdadero Dios y verdadero hombre; el segundo paso es el de Jesús en la cruz antes de retornar al Padre, de allí la expresión Pascua florida”. Debemos pensar en ello.
Quiero desde aquí dar la enhorabuena a Canal Sur Radio por haber publicado, también en este extraño año, con tantas incertidumbres, «El Llamador. El programa de la Semana Santa de Sevilla». Doy la enhorabuena, y también las gracias por hacerlo una realidad, a su director, Juan Miguel Vega. Y también doy las gracias a Rafael Camacho, que fue Director General de la Radio y la Televisión de Andalucía, por su amistad fraterna y por hacerme llegar, como siempre, El Llamador. Este año El Llamador ha sido muy especial y se agradece. Aparte de su excelente información sobre las Hermandades y Cofradías y sus horarios y recorridos, contiene textos esenciales para comprender nuestra Semana Santa. Tomo uno, de Joaquín Romero Murube, extraído por El Llamador de su libro Sevilla en los labios: «Hay una luz de día de Semana Santa, igual que hay una luz especial para la mañana del Corpus o para la tarde de difuntos. Es una luz que los sevillanos saben distinguir muy finamente entre la pomposidad cromática de los cielos del mediodía. Es que ha llegado la luz y el viento de la Semana Santa».
Entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección hay muchísimos sucesos que relatan los Evangelios. La entrada de Jesús en Jerusalén, la Santa Cena, la noche del Monte de los Olivos, el Calvario y la Resurrección, por citar los esenciales. El Jueves Santo, día de la Santa Cena y la institución de la Eucaristía, es el Día del Amor Fraterno. El Papa Francisco insiste que el amor nos salva. El Evangelio es un manual de amor, busquemos inspiración en él de forma continua. El Día del Amor Fraterno es una llamada a la fraternidad universal, como dice el Papa Francisco, pero también es una llamada a la fraternidad local. Vivamos con nuestros amigos días gloriosos. El Día del Amor Fraterno es un buen día para recordarlos y estar con ellos. Pero llevemos esta vivencia al resto del año, para que sea el Año del Amor Fraterno Permanente. El tiempo de Navidad es un buen espacio temporal para dar gracias por lo que tenemos y también para establecer un plan de mejora. Nuestra contribución a un mundo más justo, fraterno y equitativo, un mundo con más amor es esencial por pequeña que creamos pueda ser. Ahora esperamos Pentecostés, y se cumple el ciclo, y la luz de nuevo ha vuelto a nosotros.