En cada barrio de Sevilla se puede visualizar que ha vuelto el tiempo de Navidad. El número 287 de diciembre de la revista de la Archidiócesis de Sevilla, Iglesia en Sevilla, presenta en su portada el título “Nace Jesús, luz que resplandece en la oscuridad”. De nuevo, como cada año, una oportunidad para ser mejores, una posibilidad de análisis de nuestra vida, un escenario de encuentro con los otros. Jesús nace de nuevo para transmitirnos esperanza.
Es cierto lo que expresa nuestro Arzobispo Monseñor José Ángel Saiz Meneses cuando, en su felicitación navideña de la citada revista episcopal, manifiesta que: “En nuestro occidente rico corremos el peligro de que la Navidad quede reducida a lo que podríamos denominar ambiente navideño”. Creo que el mensaje es claro y hay que entenderlo. No es que el ambiente navideño sea una cosa negativa, no puede serlo porque propicia escenarios de alegría a veces en una sociedad sufriente. Pero los creyentes no debemos interpretarlo solo así aunque vivamos su alegría, una alegría compartida con todos los que queremos.
De gusto pasear por los barrios de Sevilla en Navidad, una ciudad iluminada, iglesias e instituciones con sus belenes, mercados callejeros, puestos de castañas. Es cada año una vivencia esperada por muchos, niños y mayores, pasear por la avenida de la Constitución disfrutando de la maravilla de la artesanía relativa a los belenes.
En muchas casas es un momento de ternura familiar el montaje del belén, un belén que crece con el tiempo donde siempre hay algún estreno que mostrar a los amigos y familiares. Pero el centro del belén familiar es el portal con Jesús nacido, María y José. Nuestra mirada debe estar centrada en la esperanza y el amor de la Sagrada Familia, y en Jesús que debe inspirar el camino de nuestra vida en el año que empieza.
Nos dice también nuestro Arzobispo en la felicitación navideña citada que “Navidad es un misterio muy grande y profundo. Pido al Señor que nos ayuda a profundizar en este misterio de amor y esperanza”. Son palabras necesarias para un final de año e inicio de otro.
En mi mesa de trabajo en la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla, junto con fotos de mi familia, tengo unas preciosas figuras de Jesús con María. Y las tengo todo el año para no olvidar la grandeza del misterio de la Natividad del Señor, y, al mirar ambas figuras cada día del año, no solo en Navidad, pedir el discernimiento y la capacidad necesaria para ser instrumento del Espíritu Santo para hacer una sociedad mejor. Siempre espero que alguien me pregunte, alumno o compañero, lo que significa una imagen navideña mantenida todo el año. Una oportunidad para explicar que la idea es el nacimiento constante de Jesús y su mensaje en nuestro corazón cada día.
Dice también nuestro Arzobispo que “la Navidad es la fiesta del amor, de la reconciliación y de la paz. Dios ha salido al encuentro del ser humano, dejemos que su luz entre hasta el fondo de nuestra vida”. Profundas y bellas palabras en este tiempo de Navidad que iniciamos.
Vivamos su alegría pero olvidemos a los que sufren, Jesús nunca lo hizo. En esta Navidad, luminosa para muchos y nos alegramos de ello, habrá más de cinco millones de personas en España viviendo un tiempo navideño con una injusta e injustificable pobreza energética. Es tiempo de Navidad, deseo que todos mejoremos en el encuentro renovado con Jesús y contribuyamos a la mejora colectiva en un mundo que necesita la oración y la acción de cada uno de nosotros.
Manuel Enrique Figueroa