«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a)
Este es el lema del mensaje del Papa para la Cuaresma, un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado.
Para vivir adecuadamente esta Cuaresma, el papa nos hace la siguiente reflexión:
- Siembra y cosecha
Tomando el símil del apóstol Pablo sobre la siembra nos anima a cambiar de mentalidad para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir.
La Cuaresma es un tiempo de escucha de la Palabra de forma asidua para acogerla y hacer fecunda nuestra vida. Si esto es ya un motivo de alegría mucho más debe ser el sentirnos colaboradores de Dios y utilizar el tiempo presente para sembrar nosotros también.
¿De qué cosecha hablamos? Un primer fruto de esa cosecha lo recibimos en nosotros y en nuestras relaciones cotidianas. En Dios no se pierde ningún acto de amor, ningún cansancio generoso. Una vida llena de obras buenas es una vida luminosa y lleva el perfume de Cristo al mundo, hace madurar frutos de santificación para la salvación de todos.
Pero no todo lo que sembremos lo veremos: uno siembra y otro cosecha (Jn 4,37). Sembrar el bien para los demás nos libera de las estrechas lógicas del beneficio personal, introduciéndonos en el maravilloso horizonte de los benévolos designios de Dios.
- «No nos cansemos de hacer el bien»
No nos cansemos de hacer el bien. A veces ante las dificultades podemos sentir ganas de encerrarnos en nuestro egoísmo indiferentes al sufrimiento de los demás. Pero Dios, como dice el profeta Isaías, “da fuerzas a quien está cansado, acrecienta el vigor del que está exhausto”. Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, vuelan como las águilas; corren y no se fatigan, caminan y no se cansan. No nos cansemos de hacer el bien.
No nos cansemos de orar. La Cuaresma es también un tiempo de oración. Después de un tiempo en el que hemos experimentado nuestra fragilidad por la pandemia, ahora, con la oración podemos experimentar el consuelo de la fe en Dios. Nadie se salva solo, pero sobre todo, nadie se salva sin Dios. La fe no nos exime de las tribulaciones de la vida, pero nos permite atravesarlas unidos a Dios en Cristo, con la gran esperanza que no defrauda.
No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida. Que el ayuno corporal que la Iglesia nos pide en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado.
No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar
No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia, esa fragilidad que nos impulsa hacia el egoísmo y a toda clase de mal, y que a lo largo de los siglos ha encontrado modos distintos para hundir al hombre en el pecado.
No nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo. Durante esta Cuaresma practiquemos la limosna, dando con alegría. Si es verdad que toda nuestra vida es un tiempo para sembrar el bien, aprovechemos especialmente esta Cuaresma para cuidar a quienes tenemos cerca, para hacernos prójimos de aquellos hermanos y hermanas que están heridos en el camino de la vida.
- «Si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos»
En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia de Dios y en la comunión de la Iglesia, no nos cansemos de sembrar el bien. El ayuno prepara el terreno, la oración riega, la caridad fecunda.
Puede parecer que este papa tan amante de la paz no haga mención en él a la guerra en Ucrania. No nos debe sorprender, estos mensajes suelen publicarse con mucha antelación. Este en concreto se publicó el 11 de noviembre. Pero el papa no ha dejado de pedir por la paz desde días antes de que Rusia invadiera Ucrania y para el primer día de Cuaresma ha pedido que se ayune y ore por la paz.