El Adviento, ese tiempo de alegría y esperanza ante la llegada de un Niño que es Dios y se nos entrega indefenso, nos mueve a la conversión (conversio, metánoia), a replantear nuestra vida en busca de la Luz verdadera. Desde tiempos inmemoriales, los relatos de conversión sacuden al lector amodorrado en nuestro mundo cotidiano, aparentemente teñido de superficialidad y activismo. Pero debe haber algo más porque, en los últimos años, el mercado se ha visto inundado de literatura testimonial, no solo memorias y autobiografías (best-sellerdel momento), sino también literatura religiosa. Simplificando mucho, destacan dos líneas de publicaciones: los testimonios de conversos y los que sufren persecución por su fe. Dejo a un lado, momentáneamente esta último, por desgracia teñida de martirios demasiado actuales, para concentrarme en la primera, en lo que quisiera ser una fuente de comentarios en esta página abierta al porvenir.
Pablo de Tarso y Agustín de Hipona constituyen los dos modelos de conversión que nos ha legado la historia: la súbita o tumbativa no buscada por el sujeto (Claudel, Frossard…) y la que culmina esa búsqueda, a veces de años, desde la razón (Newman, Chesterton…). Cuando los protagonistas relatan el acontecimiento solo nos queda acercarnos al testimonio, esa experiencia extraordinaria que no se puede contrastar sino por el sujeto. Hay unos antecedentes que sitúan la biografía del personaje, un hecho imprevisto que trastoca radicalmente todo lo anterior y unas consecuencias: se impone responder ante la revelación inefable de lo divino que fascina y sobrecoge aún más en las conversiones súbitas. En muchos casos, se inicia un lento proceso de formación porque el corazón se ha entregado, pero la cabeza aun piensa como siempre (E. Waugh o García Morente).
Elijo al azar tres relatos de interesante lectura: Roma, dulce hogar, Con ojos nuevos, y Defendiendo a Alá llegué a Jesús. El primero está firmado por Scott y Kimberly Hahn, un matrimonio de presbiterianos de Norteamérica, que cuentan alternativamente su conversión al catolicismo. Scott la define como una apasionante historia de detectives, que se convierte en un relato de terror y al final un romance con Cristo y su Iglesia. Un matrimonio muy apostólico con varios hijos, cuya unión está a punto de hacer aguas por la conversión de él. Ella, hija y hermana de pastores presbiterianos y teóloga profesional, no lo entiende. Sola fide/ sola scriptura, la Virgen, la autoridad del Papa, la Eucaristía… son otros tantos escollos en el camino. Esta conversión se enmarca y es el tercero de tres episodios cronológicos de conversos protestantes: 1. Newman y el movimiento de Oxford (XIX); 2. Chesterton, Lewis, Benson, Knox, Tolkien… (también en torno a Oxford, primer tercio del XX); y 3. Hahn y sus amigos en Estados Unidos (XX).
Con ojos nuevoses un relato muy distinto de una mujer joven de la nobleza romana, Alessandra Borghese, laica y frívola que, en un determinado momento y por medio de una amiga, reencuentra la fe en la que se educó. “Durante largos años he buscado respuestas tirándome de cabeza a la vida” –dirá en el prólogo- porque “pertenecer a una clase privilegiada, poseer medios, ser de estirpe aristocrática, tener cultura y alcanzar éxitos profesionales puede parecer decisivo pero… en absoluto es así, si no tienes ese sutil rayo de Luz que te indica el camino”. La angustia reinaba en el corazón de quien alimentaba prejuicios contra la fe cristiana, era en verdad frágil y estaba sustancialmente sola, como todos los que excluyen a Dios de su vida. Lo descubrirá paulatinamente, en un camino hacia la paz y la alegría, el camino de la conversión que ocupa el prólogo, con referencias a la también conversión del editor Mondadori, amigo de Messori, otro converso… Después, en un flashback, vuelve atrás para narrar su vida que culmina en ese momento en que “experimenté un enorme consuelo, sentí que renacía. Descubrí, con una alegría que ni de lejos consigo describir, que Dios estaba allí para mí, para acogerme y ofrecerme su ayuda”. Lo demás será consecuencia de ese descubrimiento.
Por fin, Defendiendo a Alá… es el relato de un paquistaní emigrado con su familia a Estados Unidos, un islamista convencido y devoto que poco a poco descubrirá la alternativa del cristianismo. Pero esa es una historia más compleja que merece un espacio más amplio en otra entrada.
María Caballero
Borghese, Alessandra. Con ojos nuevos. Un viaje a la fe. Madrid: Rialp, 2006.
Hahn, Scott y Kimberly. Roma, dulce hogar. Nuestro camino al cristianismo. Madrid: Rialp, 2014 (e. o. 2000).
Quressi, Nabeel. Defendiendo a Alá llegué a Jesús. Las razones de mi conversión. Madrid: Ciudadela, 2017.