La Delegación de Pastoral Social nos sitúa y nos obliga a reflexionar ante este tercer domingo de adviento. La gente preguntó a Juan: “¿Entonces, qué hacemos?” Él contestó:“El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo”… “No exijáis más de lo establecido”…”No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga”. (Lc 3, 10-18)
Las lecturas de este tercer domingo de Adviento inciden en lo que el mundo cristiano debe hacer para preparar la venida de Jesús. Se nos repite que hemos de convertirnos, tras haber destacado en el primero y segundo domingos de adviento, los grandes pecados contra la humanidad como son la Esclavitud y la Corrupción.
Hay una mirada positiva de regocijo en lo que Dios nos ofrece: “El Señor ha cancelado tu condena… el Señor será rey de Israel en medio de ti, y ya no temerás”.
Nos regala a su Hijo para que esté entre nosotros. Para que sea uno más a nuestro alrededor representado en el prójimo, sabiendo mirarlo de frente y a los ojos.
Por una parte con nuestra oración constante sin temor, sabiendo que en nuestra vida ha de haber sufrimiento, pero no debemos acobardarnos porque Él está continuamente con nosotros. Por otra, poniendo en práctica unos valores que se olvidan en nuestras sociedades y de los que este día nos habla el Papa Francisco: la sobriedad, la justicia y la solidaridad.
SOBRIEDAD
La sobriedad, nos afecta muy directamente y si no lo ponemos en práctica nos materializa. Tiene una incidencia muy grande en un mundo como el de hoy. Se busca fundamentalmente el placer y la acumulación de bienes puesto que la meta que plantea la sociedad es, la satisfacción de los deseos y el cuidado de las apariencias. “No exijáis más de lo establecido”.
JUSTICIA Y SOLIDARIDAD
De esta forma se olvidan los otros dos valores, la Justicia y la Solidaridad, que afectan a esos cristos con los que convivimos y que en muchísimas ocasiones dejamos al borde del camino al no reconocer a Jesús en ellos. “El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene”. Tenemos que pedir a Jesús, constantemente, como hacían con Juan Bautista:“¿Qué hemos de hacer?” Todas las contestaciones que daba iban directas al comportamiento con el prójimo.
¿QUÉ HEMOS DE HACER?
Los 20 Puntos de Acción Pastoral son respuesta a esta pregunta en lo que concierne a Migrantes y Refugiados. Son la palabra de la Iglesia en el proceso de construir un marco para la migración segura, ordenada y regular de Naciones Unidas.
El Pacto Mundial para una Migración segura, ordenada y regular ha sido aprobado hace unos días en la Conferencia Intergubernamental en Marruecos.
No es un acuerdo jurídicamente vinculante. No es una convención o un tratado. Sin embargo, expresa numerosos valores universales como objetivos, por ejemplo:
- salvar vidas, prevenir el tráfico ilegal y la trata de seres humanos,
- proporcionar información precisa,
- facilitar un proceso de contratación justo,
- reducir la vulnerabilidad en el ámbito de la migración.
Entre ellas, cabe destacar iniciativas para facilitar el acceso a la instrucción, abrir corredores humanitarios, acompañar a los migrantes en los países de tránsito y promover encuentros interculturales para fomentar una integración en los países de destino.
Algunos países han elegido no firmar este Pacto. Otros ni siquiera han acudido a la cita de la Conferencia Intergubernamental. En todos, sin embargo, La Iglesia seguirá implementando los cuatro verbos : ACOGER, PROTEGER, PROMOVER e INTEGRAR.
YA SABEMOS QUÉ HACER
Ante la pregunta qué podemos hacer también nosotros, pastoral y personalmente como preguntaban a San Juan, el Papa ya en 2014 ofreció a la Iglesia cuatro pistas pastorales a desarrollar en las grandes ciudades. (¿Sevilla?)
- Venimos de una acción pastoral secular…, pero ya no estamos en esa época. No estamos en la cristiandad…, necesitamos, un cambio de mentalidad pastoral.
- Necesitamos… descubrir el fundamento de las culturas, que en su núcleo más profundo están siempre abiertas y sedientas de Dios.
- La religiosidad del pueblo. Dios vive en la ciudad. Hay que ir a buscarlo y detenerse allí donde trabaja… debemos descubrir, en la religiosidad de nuestros pueblos, el auténtico sustrato religioso… No podemos desconocer ni despreciar tal experiencia de Dios.
- Pobres urbanos. La ciudad, tiene una realidad que no se puede ocultar y que en muchas ciudades es cada vez más evidente: los pobres, los excluidos, los descartados.
«La Iglesia no puede ignorar su clamor, ni entrar en el juego de los sistemas injustos, mezquinos e interesados que buscan hacerlos invisibles» (Discurso del Santo Padre Francisco en el Congreso Internacional de Pastoral de las grandes ciudades.)