CUARESMA

Hemos empezado la cuaresma que es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente.

En el mensaje que el papa Francisco ha publicado para este tiempo: Fortalezcan sus corazones, insiste una vez más sobre la necesidad para cualquier cristiano de no dejarnos llevar por la indiferencia, ni hacia Dios, ni hacia los hermanos, especialmente los que sufren.

 

Para este tiempo de renovación el papa nos propone tres pasajes:
1.- “Si un miembro sufre, todos sufren con él” (1 Co 12,26).  
Este primer pasaje el papa lo centra en la Iglesia que es la que nos ofrece con sus enseñanzas y sobre todo con su testimonio la caridad de Dios. Pero solo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. Por eso el cristiano se tiene que dejar revestir de la bondad y misericordia de Dios para llegar a ser como Cristo, siervo de Dios y de los hombres.
La Iglesia es comunión de los santos porque en ella participan los santos y porque es comunión de cosas santas, donde nadie posee nada para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos.


2.-  “¿Dónde está tu hermano?” (Gn 4,9).
Este segundo apartado está dedicado a las parroquias y comunidades. El papa se pregunta si en estas realidades eclesiales se tiene la experiencia de que formamos un solo cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar, un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños y se hace cargo de ellos o si por el contrario nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo pero se olvida de Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada.


Para recibir y hacer fructificar lo que Dios nos da es preciso caminar en dos direcciones:


En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuo que llega ante Dios. Los santos, no solo contemplan y gozan sino que caminan con nosotros mientras que haya un solo hombre en el mundo que gima y sufra.


En segundo lugar, la Iglesia por naturaleza es misionera, no debe replegarse en sí misma sino que debe cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. Las parroquias y comunidades deben ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.


3.- “Fortalezcan sus corazones” (St 5,8).
Este apartado está dedicado a la persona creyente. Estamos saturados, dice el papa, de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano que nos hace sentirnos incapaces de intervenir  ¿qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?
En primer lugar, orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. Para ello el papa convoca 24 horas para el Señor entre los días 13 y 14 de marzo.


En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, tanto hacia las personas cercanas como las que están lejos. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro.


En tercer lugar el sufrimiento del otro constituye una llamada a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de mis hermanos.


Termina el papa deseando que tengamos un corazón misericordioso,  firme, cerrado al tentador pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.  


Resumen del Mensaje para la Cuaresma. Para leerlo completo:
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/lent/documents/papa-francesco_20131226_messaggio-quaresima2014.html