Lectura del santo Evangelio según san Marcos (2, 18-22)
Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto —lo nuevo de lo viejo— y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».
Comentario
El esposo está con ellos
Al comienzo de su predicación, no paran de examinar la conducta de Jesús. Para enjuiciarlo. Y usan como horma la actitud de Juan el Bautista. Por eso miden a Cristo con el modelo del Precursor sin darse cuenta de que el tiempo ha cambiado y ya no están en el de los profetas sino en el de la plenitud de los tiempos porque ha llegado aquel que tenía que venir. Pero no lo ven. A ti también te pasa, seguro. Que por más que buscas, no lo ves en tu día a día. Lo comparas con modelos humanos, con grandes líderes o personas bondadosas sin caer en la cuenta de que estás hablando de Dios hecho hombre. Por eso Jesús se empeña en demostrar, con esas bellas metáforas del paño nuevo y los odres nuevos (lo dicta la experiencia: la fermentación del vino nuevo hace estallar las botas curtidas), que con él se inaugura un tiempo nuevo. El tiempo en el que el esposo está con ellos y no hay que ayunar ni apenarse porque hay que celebrarlo. Con vosotros está.