Lectura del santo Evangelio según Marcos (Mc 3, 1-6)
Entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo. Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio». Y a ellos les pregunta: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?». Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». La extendió y su mano quedó restablecida. En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.
Comentario
¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?
El evangelista da un paso más. Ahora, la transgresión de la norma objetiva no afecta sólo al grupo de seguidores de Jesús, sino que tiene consecuencias en los demás: el hombre con la mano atrofiada en medio de la sinagoga se va a convertir en piedra de escándalo para quienes buscan un motivo por el que acusar a Jesús y quitarlo de enmedio. Los enemigos al acecho usan a esa persona sin importarle el daño físico o moral que infligen, es sólo un peón de su estrategia. Pero Jesús vuelve del revés la situación: le importa el sufrimiento de ese hombre con el brazo paralizado y le importa tu sufrimiento. Y lo cura. Y te cura. El pecado no es sólo una afrenta personal que rompe los puentes del pecador con Dios, sino que tiene una dimensión colectiva. Por eso Jesús interroga a quienes lo están esperando con mala fe si está permitido hacer el bien o hacer el mal en sábado, porque esas dos formas de actuar son las caras de una misma moneda en torno a quien sufre: el bien lo sana aunque rebase la ley del sábado, el mal lo utiliza para sus intereses sin traspasar la norma. Quedarse sólo en la letra de la ley sin ir al corazón de las personas que sufren su consecuencia es matar el espíritu de esa norma precisamente.
