“Solo conozco dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana…”. Esta frase atribuida a A. Einstein podría aplicarse a lo acontecido en estos últimos días en nuestro país con respecto de las llamadas leyes de regulación de la salud sexual y reproductiva (aborto sin eufemismos).
El Tribunal Constitucional ha tardado trece años en pronunciarse sobre un recurso contra la Ley del Aborto, rechazándola; sin embargo, el Congreso de los Diputados va a tramitar por la vía de urgencia la Ley de bienestar animal. Desde ahora se puede decir que matar un feto en el vientre de la madre es un derecho y matar una rata (vertebrado) si entra en nuestro domicilio podría ser considerado un grave delito. ¿Podríamos considerar a una rata más protegida que un feto?
Definitivamente hemos perdido la medida de las cosas. Los cristianos estamos a favor de proteger toda forma de vida como expresión de la Creación de Dios: vertebrados, invertebrados, plantas, y toda la naturaleza en su conjunto. No puede entenderse que aquellos que dicen querer proteger el planeta o el medioambiente estén a favor del aborto.
Seguiremos en nuestra lucha desigual, nadando a contracorriente, en favor de la “cultura de la vida” contra la cultura de la muerte, que, desgraciadamente, es hoy la que predomina.
Esa es nuestra misión. De aquí nace nuestra opción PROVIDA.
Manuel Guillén, psiquiatra