La cultura del encuentro, el diálogo y la hospitalidad se puso de relieve en Madrid. La ciudad albergó del 28 de diciembre al 01 de enero a más de 15 mil jóvenes provenientes de distintos rincones de Europa y del mundo entero para emprender la peregrinación de confianza en el marco del 41º Encuentro Europeo de Jóvenes de Taizé.
De nuestra Archidiócesis de Sevilla acudieron más de 30 jóvenes de diversas parroquias y movimientos, entre ellos, la Pastoral Juvenil, con el corazón dispuesto y la mirada expectante para contagiar a los demás la alegría de ser cristianos y para recibir, en reciprocidad, la apertura, entrega y servicialidad de todos los jóvenes participantes.
Una Iglesia viva, joven, entusiasma y cercana, sin distingo de raza y siempre dispuesta a acoger fue la vivencia que experimentaron los asistentes, quienes intercambiaron momentos de oración, testimonios y cantos en espacios de recogimiento y meditación, guiados por los hermanos de Taizé en iglesias y espacios dispuestos para tal fin.
Miles de familias madrileñas abrieron de par en par las puertas de sus viviendas, ampliaron sus mesas y sus corazones para intercambiar con los peregrinos desde alimentos, hasta lágrimas de gratitud, una intendencia que contaba ya con cifras de inscripción de unos 3 mil 500 jóvenes polacos, mil 300 croatas, mil 100 franceses y 750 alemanes. Nutrida también la presencia de jóvenes de España, país anfitrión, así como provenientes de Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Portugal, Italia y Malta, Asia y América Latina.
Quienes asistieron a la capital de España para darse la oportunidad de experimentar de cerca el susurro del amor de Dios no volverán a sus casas indiferentes, porque una vez finalizado el encuentro, empieza el reto de vivir la hospitalidad y fortalecer la cultura del encuentro en cada realidad que corresponda experimentar.
Nuestros jóvenes de Sevilla resumieron en algunas frases, su experiencia del Encuentro Europeo de Jóvenes de Taizé.
Para María Collantes «Taizé ha supuesto un encuentro con Dios a través de todas las personas tan diferentes que he conocido y una renovación de esperanza e ilusión acerca del futuro de nuestro mundo».
Ester López expresa haber sentido «tanta paz… La paz de quien se siente uno con tantos hermanos y hermanas (aunque no los conozca), la paz de quien sabe que solo Dios basta».
Paloma considera que «Taizé ha sido un regalo de Dios, que me ha permitido encontrarle a través del canto, el silencio y los hermanos. Tenemos mucho por lo que dar gracias, Dios nos tiene mimados (en el buen sentido) y eso se nota especialmente en encuentros como estos»
Mientras que Ana manifiesta que «Dios también se puede buscar desde la duda. Él siempre está ahí. Basta con abrir los ojos y mirar».
«El encuentro de Taizé ha sido una experiencia de Iglesia, una oportunidad de vivir un fin de año distinto caminando en confianza hacia Dios, buscándola en los hermanos y en nosotros mismos. Confía, no temas, porque el Señor está siempre esperándote, tiene un sueño grande para ti, ¡sé valiente!», recomienda Jaime.