Lectura del santo Evangelio según san Juan (16, 16-20)
Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver». Comentaron entonces algunos discípulos: «¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?». Y se preguntaban: «¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice». Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: «¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría
Jesús contrapone alegría y tristeza. No sólo en el plano temporal, marcado por su ascensión y su posterior parusía, sino también en el plano espiritual. Hay implícita una contraposición entre los valores del mundo y los de Cristo que da pie a una feroz oposición que no se le oculta a Jesús en el propio ánimo de sus discípulos. La alegría mundana tiene que ver con el reconocimiento personal: me veo a mí mismo como amado por todos gracias a la riqueza, al conocimiento o al prestigio social que tesoro. La alegría cristiana tiene que ver con el conocimiento de que Dios me ama con infinita dulzura con independencia de las circunstancias en que se desenvuelva mi vida. No es un amor retributivo, que paga por el éxito o la fama, sino incondicionado, por ser mero hijo suyo. Cuando seas capaz de entender esto, que el Padre te ama tan locamente que ha entregado a su Hijo para que te rescate, serás el hombre más feliz del mundo y tu tristeza se tornará alegría.