El mes de mayo supone la llegada de Pentecostés, solemnidad donde celebramos la venida del Espíritu Santo y consigo, sacramentos como la comunión y la confirmación.
Soy Juan Carlos Durán, estudiante de Fisioterapia y acabo de recibir el sacramento de la confirmación a través del SARUS.
Durante todo el año de catequesis, nos han dicho que la confirmación es el momento en el que dices ´Sí a Dios´, cuando reafirmas tu fe a través de la gracia recibida por el Espíritu Santo. Sin embargo, toda esta visión del sacramento cambió cuando mi director espiritual me comentó que era justo al revés, es decir, a través de la imposición del crisma es Dios quien te dice que Sí, quien confía en ti, te capacita y te dice que estás preparado para ser discípulo suyo y quien reafirma tu fe. Esto provocó sentimientos encontrados en mí: por una parte, responsabilidad y, por otra, privilegio, al considerarme cada vez más un hijo suyo.
Si tuviese que quedarme con un momento de este año de preparación, sería la primera vez que escuché: “El Cristianismo no es una religión de mínimos, sino de máximos”. Esto quiere decir que no podemos conformarnos solo con no hacer el mal, sino que debemos buscar hacer el bien y santificar nuestra vida a través de nuestras obras.
La confirmación ha supuesto el inicio de una nueva etapa en mi vida, etapa que quiero recorrer junto a Él y experimentar cada día su amor. Porque sí, Dios es el Camino, la Verdad y la Vida.