Fray Luis Javier García-Lomas Gago
Sevilla (1986)
Monje de Santo Domingo de Silos (Burgos)
Aunque de pequeño había tenido alguna inquietud vocacional, no fue hasta empezar a trabajar después de sus estudios de Derecho cuando se planteó que la vida tenía que ser más que eso. “En mi caso significó un retorno a la fe de la que me había alejado y un contacto más íntimo con el Señor. Empecé entonces un proceso de búsqueda que me llevó a pasar unos días en la hospedería del monasterio Santo Domingo de Silos. Aquí me sentí más cerca de Dios que nunca y eso me hizo pensar que el Señor me podía llamar a una vida de silencio y oración”.
Vivencia comunitaria
Fray Luis reconoce “estar sostenido cada día por la oración comunitaria, el rezo del oficio divino o Liturgia de las Horas. Siete veces al día nos reunimos para rezar juntos y poner en manos de Dios las necesidades del mundo. La oración comunitaria es el principal sostén de mi fe y de mi vocación como monje, el lugar donde estoy con Dios”. Cada día los monjes dedican un tiempo a la lectio divina, a la lectura orante de la Palabra de Dios, que, “escuchada en el silencio deja que Dios hable al corazón. La lectio divina y la celebración de la eucaristía centran nuestra vida en el misterio de Cristo, que es nuestro centro”.
Afirma que “la vocación monástica es una vida de comunidad, de oración y trabajo, y esa es nuestra cotidianeidad, el vivir juntos, rezando y trabajando”. Expresa que la convivencia “nunca es fácil y, tampoco lo es en un monasterio. Pero cuanto te ves en Cristo, ves tus miserias y tus límites perdonados y sanados, te sientes agradecido de vivir con personas que te ayudan a crecer, que te perdonan y que te enriquecen, y ese es un tesoro enorme”.
Profundidades del Espíritu
Vivir la vocación monástica para fray Luis, “es siempre vivir con silencio en el corazón. Silencio al invitar al Señor a hacerse presente. Es un viaje a las profundidades del Espíritu. A veces con la sencilla oración de los monjes de Oriente: Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador. Pero siempre con el Señor en el corazón, eso es lo importante. De ahí deriva todo lo demás”, añade.
Ser y estar
“Con el paso de los años – asevera– la vivencia de la vida monástica se va simplificando, centrándose en lo esencial que es Cristo y los hermanos. Vas descubriendo que la vocación no es hacer, sino ser y estar (con Cristo y con los demás). La inmensa riqueza de la vida monástica benedictina, de la Regla de san Benito y la tradición monástica, está justamente en ser profundamente humana, en ayudarnos a ser auténticamente libres y plenos”.
Generar esperanza
Sobre la jornada Pro Orantibus que la Iglesia celebra el domingo 4 de junio, con el lema «Generar esperanza», fray Luis expresa que esta virtud teologal “es importante, porque el mundo de hoy vive desesperado, es decir, sin esperanza. Al no creer en nada, mucha gente pierde la esperanza, no ya en la vida eterna, sino hasta la esperanza en los demás. Los cristianos tenemos que vivir como personas con esperanza; y la vida contemplativa, llamada a beber cada día de la esperanza en la vida eterna, tiene que ser un foco de esperanza”.
Finalmente, extendió un mensaje de gratitud “a todos los que, en Sevilla, rezan por nosotros, los contemplativos. Rezo a diario por la Archidiócesis y llevo a Sevilla en mi corazón”.