Andrés Rodríguez Sánchez
Bollullos de la Mitación, Sevilla (1994)
Seminarista del quinto curso del Seminario Metropolitano de Sevilla
Andrés Rodríguez será ordenado sacerdote próximamente. Vocación que reconoce le surgió en diferentes momentos. “Dios me llamaba, pero no me daba cuenta o no quería. Estaba centrado en «mis planes», en mis estudios, una vida normal. Un día, mientras visitaba a un familiar hospitalizado, vi a un capellán administrando la comunión a enfermos, y me pregunté: «¿por qué no acercar a Dios a los demás, como sacerdote?» Y así comenzó esta aventura”.
“Mi familia tomó bien mi decisión de entrar al seminario, «si eres feliz, adelante», dijeron. Mis amigos no se extrañaron, quizá porque desde niño vivo la fe, aunque no perteneciera a ningún grupo eclesial. La Cercanía con hermandades, grupos o movimientos, la viví ya en el seminario”.
La vida en el seminario: todo un descubrimiento
Andrés confiesa que al inicio le costó estar lejos de sus padres. Pero todo fue un constante descubrimiento. Aprendió a vivir según un horario, encontró amigos que se convirtieron en hermanos. Fue descubriendo lo que Dios quería para él a través del estudio, la formación espiritual, las pastorales, teniendo como centro de su vida la Eucaristía diaria.
Con dos pasajes bíblicos se identifica: el de la segunda carta de san Pedro: “Por tanto, hermanos míos, esforzaos más y más y haced cuanto podáis para asegurar, o afirmar, vuestra vocación y elección por medio de las buenas obras” (2 Pe 1,10-11). Le recuerda el mensaje sobre la cruz que le entregaron al entrar al seminario: SÉ FIEL, lo que le reafirma su vocación. El otro pasaje es el de las Bodas de Caná, donde María dice a los sirvientes: «haced lo que él os diga” (Jn 2, 5). Con ello se siente invitado a confiar siempre en Dios.
Le ha encantado leer vida de santos, y explica: “Puedo ver cómo Dios ha pasado por la vida de san Juan XIII, san Francisco de Asís, santa Ángela de la Cruz, san Juan María Vianney, todos confiados en el Señor, dejando que él les guíe, “enamorados de aquello que para el mundo es locura”.
Muy significativa para él ha sido la experiencia pastoral en la Parroquia de El Pedroso. “Pude conocer cómo es la vida de un sacerdote donde es enviado y las realidades que puedo encontrar en una parroquia”.
Desafíos de los futuros sacerdotes
“Pienso que el mayor desafío de los sacerdotes es ser herramientas en las manos de Dios, testimoniar a Cristo vivo en una sociedad secularizada, que ha olvidado el mandamiento del amor. Otro desafío es ayudar a los jóvenes a descubrir a Dios en sus vidas”.
En este sentido, “si alguno se plantea la vocación sacerdotal como opción de vida, que responda con un sí, consciente de que habrá dificultades y dudas, pero con el Señor vencemos. Será difícil renunciar a las cautivantes cosas del mundo, pero el Señor promete más… Nos toca rezar, para que al Señor siga llamando a jóvenes a la vida sacerdotal o religiosa”.