Lectura del santo Evangelio según san Mateo (13, 47-53)
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?». Ellos le responden: «Sí». Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo». Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
Reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran
La parábola de la red de pesca pone el acento en la selección que acontece al final de la jornada cuando los pescadores han dejado de faenar y se afanan en repartir el copo según variedad y tamaño para presentarlo en la lonja. La parábola puede estirarse todavía más porque incluso la morralla -pescado menudo, según la definición canónica del Diccionario de la RAE- es apreciada y encuentra su sitio gracias a la misericordia de Dios Padre que encontrará en el corazón de todas las criaturas algún atisbo de bondad. Sólo las especies venenosas y no aptas para el consumo humano serán desechadas. Con la parábola de lo nuevo y lo antiguo que el padre va sacando del arca, Jesús quiere hacer entender que las enseñanzas del Antiguo Testamento también resultan valiosas para sus discípulos para aspirar a vivir conforme a los criterios del Reino.