Manuel Palacios Rodríguez

Fiel cristiano laico
* Aracena (Huelva), 1 de agosto de 1877
† Cazalla de la Sierra (Sevilla), 5 de agosto de 1936
59 años

 

Nació en Aracena (Huelva) siendo bautizado el 16 de agosto de 1877, al poco de nacer, en la Parroquia de la Asunción de su villa natal. Se le impuso por nombre Manuel de la Asunción. Sus padres fueron Antonio Palacios Hidalgo y Carmen Rosario Rodríguez Fernández. El 3 de octubre de 1909 contrajo matrimonio canónico en la Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación de Cazalla con María Luisa Monrabá Ruiz-Canela, natural de Sevilla. Era propietario y empleado. Su hijo Enrique, seminarista, fue asesinado junto a él el 5 de agosto de 1936.

En su carácter y virtud era afín a Mariano López-Cepero: religioso, prudente, generoso con los demás, con mucho sufrimiento interior. En las difíciles circunstancias padecidas en Cazalla por los católicos (en particular su Párroco Antonio Jesús Díaz Ramos) durante la Segunda República en aplicación de la legislación secularizadora y laicista, Manuel Palacios Rodríguez formó parte de la Junta de Subsidios de la Parroquia constituida en abril de 1932 que procuraba fondos para su sostenimiento. También perteneció a Acción Popular, de la que llegó a ser presidente, para defender públicamente los planteamientos de la Iglesia desde esta organización política. Con su actitud procuraba paliar y llegado el momento corregir una legislación que en Cazalla se había traducido en impedir la salida del Viático a los enfermos; problemas con el toque de campanas; prohibición de uso público del ritual en los entierros e instalación de cruces en las sepulturas; también los centros educativos dirigidos por religiosos; rotulación de las calles; o que el registro de la casa rectoral y la Parroquia en mayo de 1936 bajo acusaciones falsas.

Al producirse la sublevación militar del 18 de julio de 1936, uno de los primeros detenidos por las autoridades fue el Párroco Antonio Jesús Díaz Ramos; durante su cautiverio pudo conocer la destrucción de todo lo que estaba relacionado con la Iglesia en Cazalla y, tras padecer amenazas y burlas, fue objeto de una muerte martirial el 5 de agosto de 1936. El 20 de julio este comprometido cristiano fue detenido junto a la mayoría de los que tuvieron el mismo final trágico y con algunas personas que tenían en común sus arraigadas y profundas creencias religiosas, con las que era habitual compartir en el interior de la cárcel sus vivencias espirituales. En una de ellas, en las que junto a Palacios estaban Mariano López-Cepero, Cristóbal Pérez Pascual y Vicente García Manzano, se hizo una disquisición mística sobre las prerrogativas y cualidades del cielo; el primero parecía un “visionario anticipado de aquella patria celestial, nos iba dando a paladear ya inefables hermosuras, era un ambiente anticipado de sus propios gozos y así murió, entero, resignado, consciente de aceptar la voluntad divina cuya prevención hacía a sus hijos e inculcábales en los días tremendos de nuestro cautiverio”. El 5 de agosto, sobre las tres de la tarde, todos los presos de la cárcel fueron acribillados a balazos y con bombas. Junto a él cayó asesinado su hijo el seminarista Enrique Palacios Monrabá, además del P. Antonio Jesús Díaz Ramos, Cristóbal Pérez Pascual, Mariano y Gabriel López-Cepero y Muru; Vicente García Manzano fue herido pero consiguió sobrevivir y dar testimonio de lo ocurrido. Al día siguiente recogieron los cadáveres y les dieron sepultura en el antiguo cementerio parroquial, que estaba junto a la cárcel. Con la entrada de las tropas nacionales el 12 de agosto se comenzó a construir en el mismo lugar un mausoleo que fue inaugurado el 5 de agosto de 1938.

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