Isabel Loza Arias
Almendralejo, Badajoz (1943)
Feligresa de la Parroquia San Gonzalo
Miembro del grupo de oración Verbum Dei y Vida Ascendente
“He recibido, sin duda, más de lo que he dado”. Así describe Isabel su servicio a la Iglesia a través de Cáritas parroquial de San Gonzalo, de Sevilla, durante más de cuatro décadas. Su vinculación con esta parroquia sevillana procede de su cercanía con los sacerdotes paules de los que había oído hablar desde niña en el seno de su familia. Poco a poco fue asistiendo a misa y un día “el sacerdote Antonio Valdivieso, ya fallecido, me preguntó dónde vivía y a qué me dedicaba. Así empezó esta andadura”. Así, cuando su hijo tuvo la edad necesaria inició las catequesis preparatorias para la primera comunión en San Gonzalo y ella, por indicación del sacerdote Urbano Rodríguez, párroco en ese momento, se incorporó como un miembro más en Cáritas. “De eso hace ya 42 años”, añade.
Primero fue secretaria adjunta y en el año 1993, el sacerdote José Domínguez la nombró directora de Cáritas. “No sabría cómo describirte estos años sirviendo a los demás. Me siento muy querida y me emociono al encontrarme a las personas caminando por la calle que se acercan para saludarme con mucho cariño y gratitud”.
Servicio y acompañamiento
Durante estos años han sido muchas las realidades abordadas y los perfiles atendidos en las oficinas de Cáritas. “Hemos pasado de un asistencialismo a través del Banco de Alimentos a un acompañamiento más cercano y humano, Cáritas Diocesana ha ido evolucionando de una manera tremenda”.
Isabel valora positivamente la formación del voluntariado a través de las Escuelas de Otoño, organizadas por Cáritas Diocesana, entre otras muchas iniciativas de crecimiento. “El tiempo ha pasado tan rápido que no me he dado cuenta. Gracias a Dios nunca me ha pesado el día ni la hora, porque el equipo con el que he trabajo ha sido maravilloso y profundamente entregado a la acogida y la escucha”.
Medalla Pro Ecclesia Hispalense
Por este servicio desinteresado, la Archidiócesis de Sevilla ha rendido un homenaje a Isabel concediéndole la medalla Pro Ecclesia Hispalense, en una ceremonia celebrada el 18 de septiembre en la Parroquia San Gonzalo, presidida por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz.
“Cuando me llamó por teléfono el párroco de San Gonzalo, el sacerdote Juan José González, me eché a llorar de la emoción. Este reconocimiento me lo han hecho vivir con mucha gratitud. Cuando en el barrio se han comenzado a enterar me paran por las calles para felicitarme y es muy emocionante saber que he sido un instrumento de Dios. Todo se lo debo a Cáritas y a la parroquia y, por supuesto, a mi familia que siempre me habló de la obra de San Vicente de Paúl y de sor María Luisa de Marillac”.
Sobre su familia, Isabel agradece la presencia de sus dos nietos María (12) y Emilio (6), “porque es una gran oportunidad para transmitirle la fe a los niños”. En relación a su apostolado en la actualidad, todos los lunes acude al grupo de oración dirigido en San Gonzalo por Verbum Dei y la acogida en el movimiento Vida Ascendente, uno de los movimientos encargados de promover y dar respuesta eclesial a las personas jubiladas y mayores para que descubran los nuevos modos de acción en la sociedad y en la Iglesia.