Un nuevo libro de un autor prolífico cuyos datos mínimos encontramos en la contraportada: sacerdote, biblista, profesor universitario y editor de la Biblia (La Biblia, mensaje vivo; Qué dice la Biblia; Las parábolas del Rabbí de Nazareth… Ha escrito un sinfín de libros de espiritualidad, profundos, ágiles y amenos: por ejemplo, La fortaleza de los débiles, Vencer la impaciencia, La alegría de perdonar, muy recomendables para el lector de a pie.
El título de esta nueva publicación de Cristiandad (2023) desafía los prejuicios en que vivimos con un oxímoron rotundo, una auténtica paradoja: Salvados por la Cruz. ¿Puede salvar un instrumento ignominioso para los antiguos judíos y siempre molesto para el hombre de hoy, que amplió su sentido literal (cruz de madera en que se ajusticiaba a los condenados) al metafórico; y para quien cualquier pequeña molestia (frío, calor, enfermedad, dolor, fracaso profesional) se convierte en una cruz tremenda e insoportable? La cruz de entrada nos repugna, sentimos un instintivo rechazo hacia ella, sea la que sea.
En consecuencia, el autor se atreve con un reto. Aborda un tema en absoluto de moda, del que se suele huir. Por el contrario, toma el toro por los cuernos con gallardía y esperanza ya desde el subtítulo “Del dolor a la alegría”. Y lo hace de modo ordenado, siguiendo las pautas que desgranó en la introducción: 1) Figuras de la Cruz en la Iglesia; 2) La Cruz en la Pasión de Cristo; 3) Palabras de Jesús en la Cruz… Estos tres capítulos constituyen, a mi modo de ver, una primera parte inexcusable para quien arranca de la Cruz cristiana en el Antiguo y Nuevo Testamento. El libro salta después a su posterior evolución a lo largo de la historia cristiana: 4) Juicios sobre la Cruz; 5) En busca de la Vera Cruz; 6) Encuentros con la Cruz y 7) Tras las huellas del Maestro.
Es decir, no se trata de un libro teórico sobre algo que sucedió, por grande que sea la redención operada en el madero salvífico; sino que muestra uno y mil ejemplos de cómo sigue vigente y llevada a pulso por santos de todos los tiempos: Tomás de Aquino, Teresa de Ávila, Tomás Moro, Edith Stein, Karol Wojtyla y Josemaría Escrivá. Tal vez para animarnos a nosotros, hombres de hoy, a tomarla con gallardía sobre nuestros hombros, en la seguridad de pasar del dolor a la alegría.
En este sentido, el último capítulo titulado Tras las huellas del maestro tiene un tono más ascético y es muy útil para llevar a la oración cotidiana reflexionando sobre “la cruz de cada día”, cómo encontrar “paz en la tribulación” y “alegría en el dolor”. En gran medida, el secreto tal vez esté en el último epígrafe “Con María junto a la Cruz”. Con Ella, todo será mucho más luminoso. Ella sabe mucho de cruz. Y aprendió antes que nadie lo que dice el autor a modo de síntesis o dedicatoria: “Un Cristo sin cruz no salva. Una cruz sin Cristo destroza. Solo Cristo en la Cruz nos salva y santifica”.
En definitiva, y como dice D. José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla en el prólogo, “un libro interesante y documentado para quienes necesitamos profundizar en los ricos fundamentos de nuestra fe”. Porque la cruz de Cristo es una lección de amor, que ha venido a enseñarnos el camino de la esperanza y de la alegría.
María Caballero