BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE GUADALUPE (B)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (18, 12-14)

¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños.

Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños

Comentario

Abandonar noventa y nueve ovejas por buscar una descarriada es una locura que nuestra mentalidad productivista no sabe encajar: a ninguno se le ocurriría poner en juego toda la ganancia por una mínima fracción que se nos da a ganar. Pero esos son nuestros criterios mercantiles, llenos de cálculo y probabilidades. Dios  no actúa así. Y este pasaje de la oveja perdida en el Evangelio de Mateo nos introduce en la locura con que Dios nos busca desesperadamente para que volvamos al calor de la comunidad. El evangelista, por tanto, se detiene no tanto en la búsqueda, cuanto en la alegría que inunda a la comunidad cuando reaparece la última oveja. Porque es el cuerpo de la comunidad el que se alegra y goza con cada hijo pródigo que vuelve a la casa del padre. Así debiera ser en nuestras parroquias con cada uno de los feligreses alejados que vuelven a sentir el amor misericordioso del Padre a través del cariño de sus hermanos. Dios no se cansa de buscarnos porque no quiere que se pierda ni uno solo de los pequeños de su rebaño.    

 

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