En nuestros belenes familiares, los Magos de Oriente, o los Reyes Magos como se les dice a los niños y niñas desde muy pequeños, en los hogares donde ponemos belenes, ocupan un espacio relevante y se les presta una atención especial. A los más pequeños siempre les hacemos notar su presencia en el belén indicándoles que lo importante del mismo es el Niño Jesús. Para mí este año es muy especial ya que he podido hacer eso exactamente con mi nieto de ocho meses en su primera Navidad, donde ha podido ver al Niño Jesús y, como niño que es, a los Reyes Magos. Los niños y las niñas esperan con ilusión ver a los Reyes Magos en la cabalgata de ese día, un momento de gran ternura en este tiempo de Navidad. Este año lo viviré con especial ilusión.
En el Evangelio de san Mateo (Mt, 2, 1-12) podemos leer: “Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. En esto, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está ese rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a rendirle homenaje”. Al enterarse el rey Herodes se sobresaltó, y con él Jerusalén entera”. El tema del posible sobresalto de la población de Jerusalén citado por el evangelista podría tener que ver con la compleja personalidad de Herodes en un momento históricamente complicado, su relación con la población y su posición con los romanos, que visualizaban esta zona invadida como muy espinosa con mucha reacción en contra. Tras esta información, Herodes convocó a los sumos sacerdotes y les pidió información acerca de dónde nacería el Mesías. Ellos le contestaron que en Belén de Judea, como indicaban las Sagradas Escrituras. Sigue el Evangelio de san Mateo: “Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos para que le precisaran cuándo había aparecido la estrella” y les encargó que averiguaran qué había de ese niño y que cuando lo encontraran le avisaran para también él mismo pudiera rendirle homenaje. La estrella guió a los Magos y, al verla, de acuerdo con el evangelista san Mateo, les dio mucha alegría. Por fin lo encontraron y vieron al niño con María, su madre, y cayeron de rodillas, abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Los regalos tienen una profunda simbología. Es curioso que el evangelista no nombre a José acompañando a María y a Jesús cuando, con seguridad, tenía un papel esencial, como lo tuvo antes y después del nacimiento del Niño Dios. El papa Benedicto XVI, en su libro Jesús de Nazaret, de 2018, nos dice que aún no ha encontrado una explicación al hecho. Tras la visita al portal de Belén, los Magos no volvieron a ver a Herodes y volvieron a su tierra por otro camino, finaliza con esto el pasaje del evangelio de San Mateo dedicado a los Magos de Oriente. Los regalos de los Magos, el oro, el incienso y la mirra tienen un profundo significado. El Evangelio de Mateo es el único, entre los Evangelios Canónicos, que recoge la venida de los Magos de Oriente, narrada con un lenguaje muy próximo. Nos manifiesta el profesor Jesús Arellano, en su libro Los Reyes Magos son verdad, escrito inicialmente como un ensayo en 1956, que “la historia de los Magos ha sido narrada por san Mateo con lenguaje sencillo, con un lenguaje que todos entienden, pero el relato entra en el alma y es, como toda palabra de Dios, operativa. Cuando nos habla, nos transforma”. En el evangelio de san Mateo no se dice ni el número de los Magos ni sus nombres. Una cuestión de debate son sus cabalgaduras. Normalmente, en nuestros belenes van en camellos y así los ven los menores de cada casa. En las cabalgatas de cada ciudad van en carrozas. Pero en diferentes relatos que abundan en la tradición de los Magos de Oriente, las cabalgaduras de los mismos pueden ser diferentes. De camellos a caballos, e incluso tres tipos de cabalgadura: camello, caballo y elefante. Una tradición muy rica.
Don Jesús Arellano, Catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla, fallecido en 2009, con quien tuve el privilegio de hablar en muchas ocasiones, como ya se ha comentado, tiene un precioso libro titulado Los Reyes Magos son verdad (Fundación Altair, 2011). En dicha obra nos hace un relato del hecho, destacando su mensaje religioso y también su simbología con su proyección actual, con un afectivo planteamiento hacia los niños. En dicho libro nos dice que la historia no dice cuántos eran, solo que venían de Oriente donde habían visto la Estrella de Jesús levantarse en el cielo. Escribe el Profesor Arellano: “Los Magos llegaron a Belén. Después de la incertidumbre pasajera, sus ojos habían sido purificados en la esperanza y en la fe. Y para aquellos ojos, la estrella, aparecida otra vez, se llenó de más luz”. La literatura universal ha recogido la Adoración de los Magos de Oriente en diferentes obras al igual que el mundo del arte la ha recogido en numerosos cuadros.
A modo de ejemplo, recordaremos el relato que hace Giovanni Papini en su libro Historia de Cristo (1921). Para Papini, estos Magos, estos hombres sabios, representaban el papel del espíritu en medio de un pueblo que vivía para lo material, en definitiva una tercera fuerza, la del saber. Para Papini “Era justo que viniesen a inclinarse delante de Jesús. Esta tercera fuerza, la del saber, se postra de rodillas en el establo de Belén, después de haberlo hecho las bestias, que representa la Naturaleza, y los pastores que son el pueblo”. Y continua Papini diciendo que: “Los sabios se arrodillan delante del que ha de poner la nueva sabiduría del amor por encima de la ciencia de las palabras y los números”. También para este autor, “Los Magos de Belén representan a las viejas teologías que vienen a reconocer la revelación definitiva; son la ciencia que se humilla delante de la inocencia, la riqueza que se postra a los pies de la pobreza”. En su libro Vida de María, la madre de Jesús, de Francisco Miguel Willam, publicado en 1942, se recoge la escena de la llegada de los Magos al portal. Dice el autor: “Aquella escena era algo inaudito. Una mujer joven, esposa de un carpintero, sentada delante de unos dignos jeques orientales. Y éstos postrándose delante del Niño que tenía sobre su seno y poniendo a sus pies las ofrendas”. Para este autor, la fe de María en Jesús “trascendió a los mismos Magos fortaleciendo su fe y sublimándola a más altas esferas”. El mismo autor, Francisco Miguel Willam, en su libro La vida de Jesús en el país y pueblo de Israel, publicado en 1943, también recoge la visita de los Magos de Oriente. Nos relata el autor, el paisaje de la noche en Oriente Medio, plagada de estrellas, con una gran belleza. Y tiene un párrafo para José, “El esposo está al lado y de cuando en cuando fija en su esposa la mirada”. También nos relata cómo los Magos, y los califica de ingenuos, tenían ganas de volver a ver a Herodes para hablarles del Niño, pero un ángel les avisó del peligro que eso representaba y por eso no lo hicieron. De acuerdo con Remigio Vilariño Ugarte, en su libro Vida de Nuestro Señor Jesucristo, de 1958, los Magos no sospecharon de la hipocresía, rabia y sed de venganza de Herodes, pero el ángel les puso sobre aviso.
Para el papa Benedicto XVI, en su libro Jesús de Nazaret, publicado en 2018, la presencia de la estrella constituye un relato teológico que no debe mezclarse con astronomía. Es decir, la estrella fue una fuerza invisible que tomó forma de estrella, de acuerdo con san Juan Crisóstomo indicado en el libro citado. Johannes Kepler, nos dice el papa Benedicto, dio una solución astronómica al suceso con una datación con base científica. En el año del nacimiento de Jesús tuvo lugar la conjunción de los planetas Júpiter, Saturno y Marte, en la constelación de Piscis, una conjunción que, de acuerdo con Kepler, tendría también relación con una supernova, un momento de la vida de una estrella donde despliega una gran luminosidad. Nos dice Benedicto XVI que la reacción de los Magos se expresa en forma superlativa: “Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría” y manifiesta el autor que es la alegría del hombre alcanzado en el corazón por la luz de Dios y a quien se concede ver la esperanza se cumple, la alegría de quien ha encontrado y ha sido encontrado.
La Estrella de Belén, es un símbolo muy potente, se puede sentir a través de ella la llamada de la luz verdadera, una luz que vemos e interpretamos con claridad si abrimos los ojos de nuestro interior, y percibimos el camino de salvación necesario en un mundo donde reine el bien común, al que nos invita el mensaje evangélico que nos explica las enseñanzas del Niño Dios, ahora en el pesebre, a lo largo de su vida pública, muchos años después. El Niño Jesús, en cada casa en Navidad, con su mano de amor nos toca para hacer nacer una estrella luminosa en cada alma para compartir con el Niño Dios el proceso transformador que anuncia el Evangelio. Un mensaje de amor nace esta Navidad de nuevo, señalado por la Estrella de la Navidad, la Estrella de Belén, para todos marcando un camino de esperanza. Tenemos una nueva oportunidad, siguiendo la luz de la estrella para cambiar y hacer todo mejor, por todos y con todos.
En su libro Hablar con Dios. Meditaciones para cada día del año. Adviento. Navidad, Epifanía, de Francisco Fernández Carvajal, escrito en 1986, nos habla de la luz de Jesús de Nazaret, y dice “la presencia del Niño es el amor en medio de los hombres; y el mundo no es ya un lugar oscuro: quienes buscan amor saben dónde encontrarlo. Y es de amor de lo que esencialmente anda necesitado cada hombre, también aquellos que pretenden estar satisfechos de todo”.
Es muy doloroso los que se vive actualmente en Belén, en la actual Cisjordania, a 9 kilómetros de Jerusalén, qué dolorosa conmemoración del nacimiento de Jesús en una tierra ensangrentada ante la indiferencia real de un mundo plagado de declaraciones vacías sin acciones concretas que conduzcan a una paz duradera y justa en esa bendita tierra que vio nacer al Salvador del mundo, Jesús de Nazaret.