El Evangelio de San Mateo hace referencia a la huida a Egipto y a la matanza de los inocentes (Mt, 2 12-23). Escribe el evangelista: “Un ángel del Señor se aparece en sueños a José y le dice levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, pues Herodes va a buscar al niño para acabar con él”. José tomó al niño y a su madre de noche, de acuerdo con el texto, y se retiró a Egipto. Y en aquel país estuvo la Sagrada Familia hasta la muerte de Herodes. José, María y el Niño Dios, la Sagrada Familia, tuvieron que huir para escapar de la muerte, fueron unos desplazados, unos emigrantes forzados. Quizás esta huida a Egipto debería hacernos pensar en las personas que actualmente en el mundo tienen que huir de sus países para evitar la pobreza, la desgracia y, en muchos casos, la muerte. Hay en el mundo hoy 100.000 emigrantes forzados, de ellos casi el 50% son niños y niñas. La mayor parte relacionados con países en desarrollo. Al igual que el Niño Jesús, muchos niños hoy viven en peligro y tienen que huir con sus padres de sus países de origen para salvar la vida. Debería haber un análisis global de por qué ocurre esto. Una explicación la da el cambio climático, hoy, y más en el futuro, ya que muchos emigrantes son emigrantes ambientales por un cambio del clima que agrava la situación en muchos ámbitos geográficos. Los países que más sufren el cambio climático son inocentes con respecto a su origen. También nos deberíamos preguntar si la venta de armas no tiene que ver con el desplazamiento de inocentes, el negocio de las armas es uno de los más lucrativos del planeta. Muchas familias, en su huida desesperada, encuentran vallas, concertinas, fuerzas armadas que les impiden buscar una solución a su desgracia. Ha sido terrible ver cómo sufren el invierno en las fronteras de Europa muchas familias, muchos niños con sus madres sufriendo. También en la frontera entre México y Estados Unidos. También en Ucrania, por una difícilmente explicable guerra iniciada por Rusia, con graves consecuencias. Los intereses geopolíticos hacen mucho daño a este mundo doliente.
La Sagrada Familia en su huida a Egipto no encontró problemas, no había vallas ni concertinas, ni soldados armados impidiéndoles el paso. Giuseppe Ricciotti en su libro Vida de Jesucristo, editado en 1944, dedica varias páginas al hecho de la huida a Egipto. Nos dice este autor “los tres fugitivos debieron arrastrarse fatigosamente durante el día sobre las móviles arenas y bajo el agobiante calor, y pasar la noche tendidos en tierra, no contando sino con la escasa agua y el escaso alimento que llevaban consigo”. Este mismo autor especula sobre cuántos niños, realmente no hay datos, debieron morir en la matanza y considera que debieron ser entre 20 y 25, de acuerdo con el número de habitantes que tenía Belén (unos 1.000) y la demógrafía de la época y la elevada mortandad infantil. ¿Cuántos niños y niñas han muerto en esa misma zona del mundo desde hace tres meses por una larga e inexplicable guerra? Quizás, la Sagrada Familia empleó una semana en su viaje y, con seguridad, no fue una semana fácil. San Mateo, en su evangelio, no da información de dónde estuvieron y cuánto tiempo. Es posible que José, María y el Niño Dios se unieran a alguna caravana en su viaje, como cita Remigio Vilariño S.J. en su libro Los caminos de Jesús, de 1935. Quizás fueron meses, quizás muchos meses, y de nuevo un Ángel se apareció a José en sueños avisándole de la muerte de Herodes (Mt, 2,20) y la orden de volver a la tierra de Judea fue cumplida. Riggiotti, en el citado libro, dice que José al entrar en Palestina supo que Arquelao, hijo mayor de Herodes y tan cruel como su padre, ejercía el gobierno de Judea y, por ello, de Jerusalén y Belén, lo que le indujo a no volver a Belén debido a la pésima fama que tenía el monarca y, de nuevo por una revelación en sueños, tornó a Nazaret, con María y Jesús, un niño quizá algo mayor de un año, quizás próximo a dos años, no lo sabemos. L. Cl. Fillion, en su libro Vida de Nuestro Señor Jesucristo, de 1936, realiza interesantes comentarios sobre la huida a Egipto, la estancia en aquel país y la vuelta a Judea. En Nazaret gobernaba el tetrarca Herodes Antipas, un gobernante más benévolo, y de esta forma se realizó que Jesús sería llamado nazareno (Mt, 2,23). En sus dos primeros años de vida, Jesús, el Niño-Dios, recorrió muchos kilómetros en condiciones muy duras, cuidado por José, un padre generoso y responsable, y María, una madre siempre atenta al cuidado de su hijo. De acuerdo con el último autor citado, José con María y Jesús, fijará definitivamente su domicilio, como en dulce y santo asilo, donde el Niño-Dios podrá crecer en paz, después de tantos peligros y fatigas. En este hogar de Nazaret creció el Niño Jesús, con un padre carpintero y una madre haciendo los trabajos de una madre de familia humilde, una vida de mucho trabajo, pensando en Dios más que en el trabajo, y cuidando el tesoro que les había sido encomendado, de acuerdo con F. Miguel Willan, en su libro La vida de Jesús en el país y pueblo de Israel, de 1943. Julio Martínez, en su libro El drama de Jesús, de 1976, expresa sobre la estancia en Egipto “María y José ven a su Niño en Egipto, y cómo empieza a dar los primeros pasos y a balbucear sus primeras palabras, en una vida feliz de trabajo y cariño familiar”. Posiblemente se relacionaron con colonos judíos que habitaban en aquella tierra, nos relata el jesuita Remigio Vilariño, en su libro Vida de Nuestro Señor Jesucristo, de 1958.
La huida a Egipto de la Sagrada Familia nos debe hacer meditar, especialmente a los que pueden tomar decisiones y aliviar la tensión en las fronteras. Ante una situación global del planeta, como es la emergencia climática o las guerras diluidas en el conjunto planetario, hacen falta un análisis generoso y fraternal para ayudar a este conjunto de personas que, como la Sagrada Familia, huye de la muerte. El pensamiento católico debe primar, con su base evangélica, sobre intereses egoístas y tratar de evitar que las familias tengan que migrar de forma forzada como lo tuvo que hacer la Sagrada Familia. De acuerdo con Benedicto XVI, en su libro Jesús de Nazaret, sobre la matanza de los inocentes no hay noticias de fuentes extrabíblicas, pero manifiesta Benedicto XVI que Herodes llevó a cabo muchas crueldades, por lo cual, no es impensable que llevara a cabo la matanza que relata el Evangelio de Mateo (Mt, 2, 16). Resulta inevitable pensar en la situación actual de la denominada franja de Gaza, inmersa en una cruenta guerra de exterminio, un genocidio, desde un desgraciado 7 de octubre, ante la pasividad real del mundo. Tan inocentes eran los israelitas muertos el 7 de octubre, y muestro mi pesar por la muerte de la hija israelita de un amigo mío en el ataque de Hamás, como los palestinos muertos, en número superior a 20.000 desde entonces hasta este momento bajo intensos bombardeos. Han muertos muchos niños y niñas, con seguridad muchos miles, inocentes como murieron niños en ese mismo lugar en los tiempos del nacimiento de Jesús por orden de Herodes. Es imposible no comparar lo que ocurre en ese mismo territorio con lo que ocurrió entonces, la muerte de muchos inocentes. La Sagrada Familia, por aviso del Ángel a José, pudo huir a Egipto, en cambio, veinte siglos después, para los palestinos, las fronteras están cerradas, incluido Egipto, donde encontró refugio la Sagrada Familia. Es imposible no hacer comparaciones y también no rezar con fe, con mucha fe, por esta zona doliente. El problema de la emigración podría ir a peor. Europa debe asumir adecuadamente su cuota de solidaridad. Ahora en nuestro país se intenta que la política migratoria sea una cuestión que decidan las autonomías por presiones políticas de grupos políticos con intereses partidistas ¿Se incrementará con ello la solidaridad o quedará en manos de políticos insensibles al drama de la emigración? No creo que esto sea un tema que deba quedar en manos de políticas fraccionadas territorialmente, debe haber una política común de Estado acorde con una Unión Europea, que debería ser mucho más humana y solidaria de lo que es hoy.
La huida a Egipto nos debe hacer pensar los sinsabores de la Sagrada Familia con un niño recién nacido en un viaje lleno de incertidumbres. La estancia en un país extranjero huyendo de la muerte de una criatura inocente ordenada por un personaje cruel. Finalmente, la vuelta a Nazaret a la muerte de Herodes. Todo un drama familiar que una familia inocente, la Sagrada Familia, vivió. ¿Qué sentiría el Niño Jesús? ¿Qué miedos sentirían José y María? ¿Qué miedos y sufrimientos sufren los niños y niñas que hoy emigran de forma obligada en el mundo? ¿Qué miedos y sufrimientos sufren hoy los niños y niñas palestinos en la franja de Gaza bajo bombardeos continuos sin tener ningún sitio donde emigrar? Es muy doloroso pensar que esa tragedia, que nunca debía haber ocurrido, son más de 50 años de existencia de un problema lacerante entre israelitas y palestinos, se desarrolla en el mismo territorio en que ocurrió la huida a Egipto de la Sagrada Familia y la matanza de inocentes. Pidamos en nuestra oración privada y en la oración comunitaria luz para la solución urgente del problema. El Papa Francisco, en su libro Os ruego en nombre de Dios. Por un futuro de esperanza, publicado en el año 2022, ruega al mundo, en el nombre de Dios, que cesen las guerras y las emigraciones no deseadas. Quizás los dirigentes del mundo necesiten la voz de un ángel en sueños para encontrar una rápida solución al problema, al igual que San José fue iluminado por un Ángel. El Papa Francisco, en su libro Os ruego en nombre de Dios. Por un futuro de esperanza, publicado en el año 2022, ruega al mundo, en el nombre de Dios, que cesen las guerras y las emigraciones no deseadas.