¿Cuáles son los 7 dolores de la Virgen?
Los Siete Dolores de la Virgen es una devoción que se ha rezado hasta nuestro días. En ellos acompañamos a la Virgen María, en su gran misterio de amor.
Un amor llevado hasta el final, a imitación de Cristo, ejemplo para cada uno de nosotros.
Si recordamos, en la presentación de Jesús en el Templo, María acompañada de José, se encuentran con el anciano Simeón, el cual le habla ya sobre la espada que atravesará su corazón. (Ver Lucas 2, 22-35)
Algunos Padres de la Iglesia también habían meditado sobre los Dolores de María al pie de la Cruz.
En la Edad Media, se comienzan también a ver las primeras devociones sobre los Dolores de la Virgen. De esta época señalamos la oración atribuida a Jacopone de Todi, «Stabat Mater» usada hoy día en la liturgia actual.
Pero serán los «Siervos de María» los que propaguen esta devoción como hoy la conocemos, meditando sobre siete de sus dolores acompañándolo del Avemaría.
Siguió expandiéndose también gracias a las revelaciones de la Virgen María a Santa Brígida.
Fue en el S.XV cuando esta práctica, entrará dentro de la liturgia de la Iglesia, llevándose a cabo por primera vez en 1423 en Colonia.
Especialmente se celebra en dos fechas mas concretas: la primera de ellas, junto a la celebración de la pasión, el «viernes de dolores» (conocido como el viernes anterior al Domingo de Ramos) y posteriormente, la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores que se celebra el 15 de septiembre, día después de la Exaltación de la Santa Cruz.
La meditación de los Dolores de la Virgen, nos puede ayudar a iluminar nuestra fe, a comprender y entender que todo dolor aceptado por amor a Él y unido a su pasión se convierte en un dolor salvífico, con sentido.
Acompañar a nuestra Madre, Ella que estuvo al pie de la Cruz, nos ayuda a tener compasión, a unirnos a su oración y consuelo ante el sufrimiento propio y de los demás.
Los siete Dolores de la Virgen
- 1. Primer Dolor: La profecía de Simeón. (Lucas 2,22-35)
«Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción. ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones». (Lc2,34-35)
- 2. Segundo Dolor: La huida a Egipto. (Mateo 2,13-15)
«Cuando ellos se retiraron, el ángel de Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliera lo dicho por el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo». (Mt 2,13-15)
- 3. Tercer Dolor: El Niño perdido en el Templo. (Lucas 2,41 -50)
«Al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas…Cuando le vieron quedaron sorprendidos y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando…» (Lc2,46-48)
- 4. Cuarto Dolor – María se encuentra con Jesús camino al Calvario. (Lam 1,12)
«Vosotros que pasáis por el camino, mirad, fijaos bien si hay dolor parecido…» (Lam 1,12)
- 5. Quinto Dolor – Jesús muere en la Cruz. (Juan 19,17-39)
«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo :»Ahí tienes a tu madre…» (Lc 19, 25-27)
- 6. Sexto Dolor – María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz. (Juan 19, 38)
«Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió.» (Jn 19,38)
- 7. Séptimo Dolor -Jesús es colocado en el Sepulcro. (Lucas 23, 53-54)
«…y, después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía.» (Lc 23, 53-54)