“Dios te quiere como eres”

María Torres González
Camas (1939)
Feligresa de la Parroquia San Gil Abad, de Sevilla
Miembro de las comunidades del Camino Neocatecumenal

 

“El Señor es quien me lleva”. Esta es la afirmación con la que María Torres, o ‘Maruchi’ como es conocida por todos desde su infancia, resume la historia de su vida. Nació en Camas “por casualidad”. Su madre, que vivía en Sevilla capital, era peluquera a domicilio y se puso de parto en este pueblo de la provincia. A los seis años entró como interna en el Colegio Beaterio de la Santísima Trinidad, donde permaneció hasta la mayoría de edad. A los 24 años se casó con Rafael, “un madrileño bueno, bueno, bueno”. Al año siguiente nació María Rosa, su única hija, que partió a la casa del Padre con 13 años.

“El Señor me ha ido preparando el camino desde siempre”, cuenta Maruchi con una amplia sonrisa. Desde el año 1978 forma parte de la feligresía de la Parroquia San Gil Abad, de Sevilla. Allí empezó a participar con su marido en las catequesis del Camino Neocatecumenal. Él falleció y ella sigue adelante con el discipulado que iniciaron juntos.

Ha sido catequista de primera comunión y cursillos prematrimoniales. Después de diversos problemas en los ojos, perdió totalmente la visibilidad. “La oración y su bastón” son los pilares de su vida.

“Cuando mi marido enfermó le dije a Dios que, si se lo llevaba al Cielo, yo me ofrecería en mi comunidad como catequista itinerante, pero mira cómo obra el Señor que después de la muerte de Rafael me quedé ciega, así que mi vida es la oración, pero desde casa”.

Maruchi repasa sus encuentros con el Señor en la juventud y agradece profundamente una expresión que caló directamente en su corazón. “Dios te quiere como eres”, fue la primera frase que pronunció su catequista cuando proclamaba el Kerigma, “esa oración significó un antes y un después en mi vida de fe”.

Amad y perdonad

“Han quedado perdonados tus pecados”, esta referencia del Evangelio de san Lucas supone para Maruchi una exhortación a hacer también lo mismo “que hace el Señor Jesús con nosotros en el confesionario: perdonar y redimirnos”.

“Mucha paciencia ha tenido el Señor conmigo y me ha ido mandando a personas para que me acercara a Él sin tantas vacilaciones. En todos los acontecimientos de mi vida Dios no me deja, el Señor me ayuda”, afirma.

Conversión y oración

“Está claro que con mi edad y mis limitaciones hago lo que puedo, mi vida se plenifica en la oración, por mí que soy pecadora y por el mundo entero. Pido constantemente por la conversión de los corazones, especialmente de los gobernantes de España y del mundo. Yo, que quería irme de misiones por el mundo ahora, me dedico a orar por el mundo, pero desde mi parroquia y la serenidad de mi hogar”.

Su día a día se resume en “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.

 

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