Religiosa
La Roda de Andalucía, 26/01/1958
Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara, Estepa
“A los dieciséis años, sentí cómo el Señor me llamaba”. Así es cómo comenzaba sor Josefa M.ª Palacios su testimonio. No acompañar a sus amigos a conocer a las hermanas clarisas de Estepa creó en ella una gran curiosidad. Tiempo después se acercó a la que hoy es su congregación descubriendo así la que sería su forma de vida. Una opción vital totalmente desconocida, pero con lazos de amor que la atrajeron cada vez más hacia Dios hasta que experimentó que estaba siendo llamada para seguirlo como hermana pobre de santa Clara.
La vida en clausura de las hermanas clarisas gira en torno a la contemplación, el silencio, el trabajo y la oración. Las clarisas siguen a Cristo mediante la oración, la pobreza y la fraternidad. Estos son los pilares sobre los que se apoya su espiritualidad y que marcan el día a día de las mujeres que, en pleno siglo XXI, siguen los pasos de santa Clara.
“Seguir el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, que implica mucho más que cumplir algunos textos del Evangelio”, así define su carisma la religiosa de la Orden de las hermanas pobres de santa Clara. Sor Josefa nombra los cuatro pilares fundamentales en su fe: “La Eucaristía, la Palabra, la oración y el servicio a Dios y a la humanidad”. Es así como vive su fe en la cotidianidad, con la mirada fija en el Él, siempre guiada por la oración y adoración al Santísimo y “acompañada por la Virgen Santísima”.
Reproducir la vida de Jesús, contentándonos solo con Dios, viviendo la obediencia, consagrando a Dios su vida en suma pobreza son parte de la manera de vivir de la congregación. La dimensión fraterna es también parte esencial de su día a día y reconoce el valor inestimable de la vida en comunión de amor, que tiene su fundamento en la comunión de la Trinidad.
Considera que el don de la vida consagrada hoy en día “es un don precioso que Dios concede a la Iglesia y a todos nosotros, un tesoro con el que podemos dar gloria al Señor, viviendo en intimidad con Él, buscando identificarnos con Jesús y permaneciendo atentos a Su Voluntad para poder seguir sus pasos.”
La oración es uno de los sustentos de la fe para sor Josefa, no planteándolo únicamente al momento en el que se encuentra ante Jesús Sacramentado, sino también llevándolo al terreno cotidiano a través de su trabajo, en todos sus acontecimientos y en las relaciones con las personas, fomentando así el espíritu de oración y devoción, ya que en la congregación no se vive este momento en solitario, sino que es “el centro y ápice de la vida de fraternidad”. Esta clarisa menciona a santa Teresa, la cual decía que entablar una relación con Dios “es tratar de amistad con quien sabemos nos ama”, es por ello que orar es una tarea sencilla. “Dios nos ama hasta la locura de entregarse por cada uno de nosotros en la cruz y ofrecer su vida, hasta derramar la última gota de su preciosa sangre, por ti, por mí, por todos. ¡Él siempre nos espera!”, comenta. No hace falta un lugar concreto, ya que como sor Josefa menciona “en cualquier lugar podemos comunicarnos con Él, Dios Trinidad nos habita y si Él nos dedica todo su tiempo y cuidado, nos ha creado, nos regala cada instante de nuestra vida, todo, ¡cómo no disponer cada día de un tiempo para hablar con Él y dejarnos encontrar por quien constantemente nos está buscando para embriagarnos de Su inconmensurable amor!”.
Sor Josefa invita a aquellas personas que se plantean su vocación a “¡apostar por Dios y decirle que sí al proyecto que Él ha soñado para cada uno; es encontrar la verdadera felicidad y poder gozar y gustar del amor más grande!”.
“¡Apostar por Dios y decirle que sí al proyecto que Él ha soñado para cada uno!”