Lectura del santo Evangelio según san Marcos (7, 31-37)
Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
Comentario
ÁBRENOS
Ábrenos, Señor al crecimiento personal y espiritual:
que no tengamos miedo a los desafíos
que el cuidado de la vida nos pone delante
en estos extraños tiempos que nos tocan vivir.
Ábrenos la mente y el corazón
Ábrenos los horizontes y nuestra capacidad de empatía.
Ábrenos… porque estamos enraizados en ti.
Ábrenos, Señor, al camino del Reino y a la mejora constante:
que descubramos día a día,
momento a momento,
lo que de verdad nos importa:
tu presencia, tu compañía, tu salvación…
Tu vida. Tu reino de vida.
Ábrenos el entendimiento y la sensibilidad.
Ábrenos a la novedad y a la compasión con las personas que nos encontramos en la vida.
Ábrenos… porque estamos implantados en ti.
Ábrenos, Señor, a la novedad constante
que tu espíritu infunde
en las entrañas de los mejores seres humanos
de la humanidad con la que compartimos historia, dolores y alegría.
Ábrenos constantemente a la voluntad de verdad y al cultivo del bien.
Ábrenos a la receptividad y al deseo sincero de comunión.
Ábrenos… porque estamos enraizados en ti.
Ábrenos, Señor, a la exploración y al cultivo
de los nuevos caminos y métodos
que los mejores de la humanidad desarrollan
en su peregrinar como humanos
buscando desplegar los mejores dones que tienen.
Ábrenos a las nuevas navegaciones
que intuimos ya presentes
en tantos y tantos seres humanos
que caminan a nuestro lado.
Ábrenos a la confianza en las energías
de los dinamismos de la humanidad
que cuidan, que construyen, que crean belleza.
Ábrenos… porque estamos implantados en ti.
Ábrenos, Señor, a la diversidad, a la inclusión, a la acogida.
Ábrenos a la diversidad que nos enriquece.
Ábrenos a la inclusión que nos hace crecer.
Ábrenos a la acogida en la mesa del Reino.
Ábrenos, Señor a tu santidad.
Ábrenos, Señor a tu justicia.
Ábrenos, Señor: que seamos aprendices constantes de tu Reino.
Ábrenos, Señor, que seamos audaces sembradores de semillas de tu reino.
¡Que se cumpla en nosotros tu voluntad!
Amén. Aleluya.
carmeloampelio@gmail.com raspasdefuego.blogspot.com/