¿Dónde verla?: Disney+
Uno de los estrenos más atractivos de la época estival ha sido “La joven y el mar”, que Disney decidió lanzar directamente en julio en su servicio de streaming. Se trata de un drama de superación deportiva ideal para ver en familia, con un claro toque feminista, pero libre de cargas ideológicas. Hay mucho clasicismo en la dirección del noruego Joachim Rønning y un evidente aliento épico en el guion de Jeff Nathanson, para contarnos la historia real de Gertrude Ederle y sus logros en la natación femenina. De modo que aconsejaría al espectador potencial no acudir a las fuentes históricas y dejarse llevar por los avatares de la trama.
La familia de Trudy, como llaman a Gertrude en su casa, es de origen alemán y regenta una carnicería en Coney Island (Brooklyn, Nueva York), lugar del nacimiento de la protagonista en 1905. Las convenciones de la época, como los matrimonios concertados, la excesiva preocupación por mantener a las chicas lejos de los varones o la rígida separación entre actividades consideradas masculinas y femeninas, encontrarán oposición en las dos hermanas Ederle que, apoyadas por su madre, lograrán practicar la natación y participar en competiciones deportivas. Trudy formó parte del equipo que representó a los Estados Unidas en las Olimpiadas de París de 1924, pero cruzar el Canal de la Mancha se convirtió para ella en su gran sueño: un desafío dificilísimo para un hombre y desde luego impensable para una mujer.
A pesar de las dos horas largas de duración, el ritmo es ágil y logra capta la atención del espectador gracias a una acertada dosificación de los giros narrativos, los puntos de humor o los momentos de incertidumbre. Es cierto que se cae en exageraciones y que se toman algunas licencias cinematográficas y clichés propios del género, pero sus efectos quedan minimizados por la elegancia y la calidad de la producción en los apartados de fotografía, ambientación, vestuario e interpretaciones.
Daisy Ridley, que formó parte del elenco de varias entregas de Star Wars, parece como pez en el agua en la piel de la inconformista Trudy. Y no le van a la zaga Tilda Cobham-Hervey en el papel de hermana mayor, Jeanette Hain como la madre o Kim Bodnia encarnando al padre de Trudy. La banda sonora de Amelia Warner, de gran riqueza temática y melódica, es un elemento clave en el filme, para acompañar el viaje emocional y deportivo de Trudy, su determinación y su resiliencia, pero también su sensibilidad y su honestidad personal.
En resumen, una cinta muy recomendable, estimulante respecto a las aspiraciones vitales y con un positivo protagonismo de los lazos familiares.
Juan Jesús de Cózar