Proteger a nuestros niños y adolescentes, nuestra mayor tarea como padres y como familia

Hoy en día en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro barrio vemos y nos ponen en bandeja como debe ser nuestro modelo de vida como adultos: haz lo que te apetezca, primero eres tú y luego el que este a tu lado, decide por ti solo lo quieres hacer y vivir, vive la vida que son dos días …, y bueno muchas cosas más. Tenemos, todos los adultos, en mayor o menor medida, cierto complejo de Narciso y así nos va la vida, y así va el mundo.

Pero con esta situación no nos podemos desalentar, al contrario, las familias tenemos que poner trabajo y creatividad, porque nos tenemos que preguntar ante todo esto ¿Qué tarea imprescindible podemos ejercer como padres, como educadores de nuestros hijos y jóvenes?

Y nos podemos contestar ahora mismo: debemos protegerlos de este de modo de vida al que están expuestos, y ¿para qué? Para que sean aquello a lo que están llamados. Hombres y mujeres íntegros, con una autoestima equilibrada con ellos y sus iguales, que se auto valoren en su cuerpo y en su espíritu, para que sean íntegros y se acepten a sí mismos y como consecuencia a los que le rodean.

Que se valoren como hijos, como hermanos, con su físico, con sus competencias y capacidades, que se reconozcan y encuentren en ellos mismos ese equilibrio y paz para el que estamos destinados, para la felicidad plena, para el amor total, para la vida Eterna, para la Santidad de los Hijos de Dios.

¿Y por qué?, porque Dios nos ha hecho únicos e irrepetibles y cada uno somos tan valiosos que nuestro precio fue pagado en la redención y el Amor demostrado por Jesús en la Cruz.

A cada uno se nos llama por nuestro nombre y no podemos faltar a esta llamada.

El que tengo a mi lado, mi hermano, es importante para mí, pero también cada uno somos importantes y valiosos para nuestra familia, para nuestros amigos y para nuestra sociedad.

Y en concreto, aterrizando esta propuesta, ¿Qué podemos hacer por ellos, nuestros niños y adolescentes?, pues formarlos y facilitarles que crezcan en equilibrio afectivo (emocional, sentimental, intelectual, necesidades, relaciones, …) y en su cuerpo con su sexualidad, su forma de relacionarse con sus iguales y con el sexo contrario, con las personas diferentes. Y lo más grande e importante que este equilibrio les lleve a ser verdaderos hijos de un Dios, que los ha creado a su imagen y semejanza, con la capacidad de poder ejercer y llevar su vida en libertad, con la libertad de los Hijos de Dios.

¿Y por qué todo esto es importante? Para que verdaderamente sean personas que se quieran y que quieran.

Desgraciadamente estamos escuchando estos últimos tiempos las estadísticas de suicidios entre los más jóvenes en nuestro país y en nuestro mundo, es una epidemia de este siglo y esto es consecuencia de lo que se ha plasmado al principio de este artículo, pues con fuerza y sin abandonar las familias de hoy necesitamos la protección de las madres y los padres en el seno de la familia, el estar presentes el tiempo que tenemos, pero que sea de calidad, de entrega, de estar presentes siempre en la vida y las circunstancias de ellos

Padres, adelante, ejerced vuestra capacidad de donación y entrega para vuestros hijos e hijas. Madres acoged, acompañad y escuchad a cada hijo a cada hija como ese regalo que tenemos que cuidar, ya que son las mayores “obras de arte” que poseemos.

Para más información puedes solicitarla en p.familiar@archisevilla.org