“Dios reúne, no separa”

Lézin Kimvouama Ngangoula, Loubomo (República del Congo, 1980)

Lézin pertenece al equipo de la Delegación Diocesana de Migraciones desde septiembre de 2009. Su propósito es acompañar a las personas inmigrantes en su proceso de integración desde la fe cristiana. “Sentía la necesidad de sensibilizar a la sociedad acerca de este fenómeno que parece dividir la sociedad, en lugar de ser vivido como una oportunidad, una riqueza”.

Su servicio se concreta en una participación colectiva o conjunta en varias actividades, entre ellas, “el Círculo de Silencio, donde personas inmigrantes se reúnen para denunciar desigualdades raciales, prejuicios, entre otras injusticias. Es un espacio de convivencia donde se acoge a los demás sin distinción de nacionalidad, de color o de rango social; un espacio donde nacen esperanzas, fraternidad e iniciativas”.

En este sentido, “el Círculo de Silencio pretende concienciar sobre una cultura no violenta a través de una acción accesible a todo el mundo, en una actitud de respeto frente al que sufre». En muchos lugares de España y de Andalucía se convoca esta actividad donde, en clave de oración, “les decimos que estamos con vosotros, sabemos de vuestro sufrimiento y os acompañamos. Es un gesto de solidaridad que las personas migrantes pueden sentir. Es un gesto que busca unir a todos en la denuncia y la concienciación de esta terrible realidad”.

Afirma que también la “formación e información es importante para potenciar el conocimiento de las personas migrantes en la sociedad en relación al fenómeno migratorio”. Lézin también organiza distintos encuentros eucarísticos “donde – a través de cantos y oraciones – nos dirigimos como una sola persona hacia el Todopoderoso”.

‘Dios camina con su pueblo’

Sobre la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado que la Iglesia universal celebrará el domingo 29 de septiembre, este congoleño residenciado en Sevilla asegura que “Dios reúne, no separa”. A través de esta jornada tan señalada para la población migrante, el Santo Padre “quiere recordarnos que el pueblo, sinónimo de comunidad, está formado por todas las personas, aunque los seres humanos, por egoísmo e individualismo promuevan todo tipo de injusticias y desigualdades a través de barreras sociales. Por ello, “el Papa fortalece a los más desfavorecidos de la sociedad como a los sin techos, migrantes, ancianos. Estas personas deben tener en cuenta y, sobre todo, alegrarse, porque caminan con Dios, porque Él nunca nos abandona; Dios está siempre con su pueblo, es decir, con nosotros”.