XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos (10, 46-52)

Y llegan a Jericó. Y al salir él con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí». Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al ciego, diciéndole: «Animo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». El ciego le contestó: «Rabbuni, que vea». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha salvado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino».

“Rabbuní”, haz que recobre la vista

Comentario

Señor, líbrame de mis miedos

acerca del dinero,

acerca de mi carrera profesional,

acerca de la seguridad…

Sé que todo lo que me pase será

para acercarme más a la plenitud que nos regalas

momento a momento,

respiración a respiración,

latido a latido.

 

Señor, libérame de todos mis pensamientos negativos,

de todos mis resentimientos,

de todos mis malos deseos de mal a los demás…

Líbrame de esas malditas pulsiones que me impiden irradiar paz,

pulsiones que me alejan de vivir en armonía,

pulsiones que me mutilan y deforman

de tal modo que no siembro ni la vida y ni la alegría que nos regalas.

 

Señor, líbrame de todos mis deseos de poder y de control.

Sé que todas mis energías, mis dones, mi vitalidad

están al servicio de toda la vida,

están para cuidar el misterio fascinante de la vida,

están para facilitar que la vida siga su curso

hacia la definitiva consagración en tu comunión.

 

Señor, líbrame de todas mis preocupaciones de dar y recibir amor.

Que mi corazón esté abierto

y sea cauce de tu amor…

… que lo mejor de mí sea un cauce

del amor que fluye y fecunda toda la realidad.

 

Señor, líbrame de toda la negatividad que me encierra en mí mismo.

Que mis palabras aumenten la belleza del mundo.

Que mis sentimientos aumenten la paz del mundo.

Que mis acciones aumenten la armonía del mundo.

Paz, belleza, armonía que son tu reino, Señor.

 

Señor, líbrame de todos los miedos que acumulo

al mirar al pasado, al presente o al futuro.

Líbrame de distorsionar la verdad amorosa

que atraviesa toda la historia y toda biografía.

La verdad de tu presencia amorosa y cuidadosa.

 

Señor, líbrame de mis cegueras

que me impiden recibir tu sabiduría,

que me impiden crecer en santidad y humanidad,

que me hunden en mi triste pobreza y en mis malignos agujeros vitales.

Amén. Aleluya.

carmeloampelio@gmail.com  raspasdefuego.blogspot.com/

 

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