¿Dónde verla? En cines
Michael Keaton, oscarizado actor, recordado por Birdman de Alejandro González Iñarritu o por ser el Batman de Tim Burton, estrena su segunda película como realizador, tras su debut en Caballero y asesino hace la friolera de 15 años.
A pesar de tratarse de un thriller, donde los diálogos predominan sobre la acción, la historia nunca deja de interesar porque cada escena tiene su aquel, ya que no sobra ni falta nada. El único problema de esta producción, es que al intentar homenajear el juego de luces y sombras propio del cine clásico, que tan bien se le daba a Orson Wells o a Howard Hawks con mujeres fatales incluidas, puede resultar cansino porque cuando se trata del color en la penumbra tienes la sensación de perder la vista y entran ganas de decirle al director… ¿podría encender la luz?
La crítica ha sido dura con esta notable película. Sin embargo, el planteamiento es ciertamente original al intercalar una enfermedad degenerativa con una historia de intriga, en la que se percibe el buen trabajo de Michael Keaton. Este es un actor que inició su carrera a través de su comedia, pero que se desenvuelve en el drama como pez en el agua cuando se trata de representar un papel de personaje frío que busca, en este caso, la posibilidad de redimirse con un gesto de generosidad, intentando salvar a su hijo. La historia es un poco desesperanzadora y ambigua, un detalle propio del género noir.
Sin embargo, el personaje de Al Pacino, haciendo de buen ladrón como si fuera un samaritano, aporta algo de luz y de humor, indicando cuál puede ser el camino correcto, mientras que esta historia permite reflexionar sobre cómo se puede afrontar este tipo de demencia y el de la diferencia de contar o no con el apoyo familiar.
El tema del aborto está tocado con cierta frivolidad, aunque se deduce que la madre de la embarazada ha sufrido por este tema, aunque esto se trata de un modo muy ligero para las personas que defendemos la vida por pequeña que sea.
Nos parece muy logrado los momentos en los que el cineasta nos hace dudar sobre cuáles son los personajes, que tienen más o menos instintos asesinos, pues las apariencias engañan. Finalmente tenemos la impresión de que el realizador ironiza de modo crítico sobre el lenguaje inclusivo propio de la ideología de género que intenta que nos guiemos por la corrección política.
Víctor Alvarado