Cáritas Diocesana de Sevilla siempre ha destacado la necesidad de apostar por el empoderamiento de la mujer más vulnerable con el objetivo de que crezca en autosuficiencia y mejore su autoestima, sobre todo en las que se encuentran en riesgo de exclusión social por el hecho de ser mujer.
La responsabilidad familiar, el bajo acceso a una formación adecuada, la difícil conciliación familiar, las situaciones de machismo y violencia, y la precariedad laboral hacen que la pobreza y la vulnerabilidad tengan rostro de mujer. Por esto, Cáritas marca como prioridad la promoción desde la base a través de dos acciones muy concretas: los 13 proyectos de mujer de Cáritas parroquiales y el Centro Diocesano de Empleo.
Uno de los proyectos específicos que surgió hace siete años a través de la acogida que se hacía en Cáritas Parroquial es el de Nuestra Señora del Buen Aire. Se decidió entonces empezar un taller donde aprender y realizar trabajos manuales con el objetivo de que fuera una herramienta para su promoción a la vez que creara esperanza y mejorase su autoestima. Además, todo lo que ellas hacen se pone a la venta en el mercadillo de la parroquia algunos domingos y en las salidas y exposiciones que realizan.
Los vínculos que se crean entre participantes y voluntarios son fuertes, pues como destaca Mari Carmen, voluntaria responsable del proyecto, el objetivo no es otro que ayudar a que vean y desarrollen las facultades que tienen para salir adelante, todo en un ambiente familiar, “crear unión y con la excusa de juntarse para aprender a desarrollar ciertas técnicas, lo que tejemos es ayuda, afecto y cariño, que sirve para que ellas mismas se den cuenta de las capacidades que tienen”.
El mejor recurso que pueden ofrecer son ellas mismas, que se den cuenta de las capacidades que tienen. Todo esto, en un ambiente familiar y acompañándolas siempre en un proceso para que sean capaces de afrontar la vida y todo lo que conlleva. “Cuando hay algún problema ya no sólo las apoya Cáritas, sino que lo hacen entre ellas: hay mucho cariño, respeto y ayuda”.
Mari Carmen conoció allí a una de las participantes del proyecto desde sus orígenes, María Luisa. “Al principio vas con tus desconfianzas y dudas pero poco a poco se crea una pequeña familia ya que la gente te envuelve con su cariño, afecto y apoyo y ya no se trata solo de realizar los trabajos manuales ni de participar en eventos, sino el grado de implicación, ánimo y ayuda para salir adelante que tenemos todas con todas cuando tenemos algún problema”.
La evolución de las mujeres en el proyecto, por lo tanto, se da en todos los sentidos: a nivel de formación, cada vez se desarrollan tareas manuales más especializadas que les reportan unos beneficios; y a nivel personal, se crece en comunicación, respeto y autoestima.