Las Hermandades Sacramentales de nuestra Archidiócesis de Sevilla, en su labor diaria y en la organización de actos de culto externo, contribuyen a la vivencia de la centralidad de la Eucaristía en muchos cristianos que dan grandes frutos de vida espiritual.
Fomentan además el carácter comunitario de la devoción eucarística, compatible con la labor diaria de la Pastoral de la Salud y ministros de las comunidades parroquiales, promoviendo jornadas formativas sobre la necesidad de vivir el misterio eucarístico, a través de la reflexión del misterio del dolor en la vida del cristiano, y del compromiso en favor de la misión de la Iglesia, con los débiles y necesitados.
“La Eucaristía es fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia. Así lo han entendido los cristianos de todos los siglos que han alimentado su vida espiritual del don que Nuestro Señor Jesucristo hizo de sí mismo, el primer Jueves Santo en el Cenáculo, cuando nos dijo:” Tomad…esto es mi Cuerpo”, refiere el presbítero D. Luis Rueda Gómez, Prefecto de Liturgia de la Catedral de Sevilla en el prólogo del libro «El Culto Eucarístico en las Hermandades Sacramentales de Sevilla» de D. Juan Manuel Bermúdez Requena.
La Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, no ha dejado de alimentarse y de venerar el Cuerpo Eucarístico de Cristo.”
Ya San Justino en el año 150 d.C. habla sobre la reserva de la Eucaristía para llevarla a casa de los fieles ausentes en la celebración y San Ambrosio entre los años 340-397 d.C. observaba que en Oriente eran numerosos los fieles que no comulgaban más de 1 vez al año.
En el s. VI existen testimonios de una radical minoración en la práctica del sacramento, por lo que la Iglesia, en el Concilio de Agde (año 506) urge a los fieles a comulgar al menos 3 veces al año, en las fiestas de la Natividad del Señor, Pascua y Pentecostés.
Y se determina la obligación de administrar el viático al creyente que en peligro de muerte lo solicite.
En España, Alfonso X El Sabio, en las Siete Partidas hace referencia a la comunión de los impedidos, mientras que el Concilio de Trento, se confirma esta obligación, añadiendo la pena de amonestación para el creyente que no observara el mandato, con la excomunión.
Origen de las Hermandades Sacramentales, organizadoras de las procesiones eucarísticas.
Actualmente las que recorren nuestras calles de forma anual, son las organizadas por las Hermandades del Sagrario, San Lorenzo, Omnium Sanctorum, San Gil, Ntra. Sra. de la Juncal, La O, Corpus Christi, Ntra. Sra. del Carmen de San Leandro, y las Siete Palabras de San Vicente Mártir. Consultar información aquí.
Por este mandato de comulgar 1 vez al año, surge la necesidad de llevar a los enfermos e impedidos la comunión para el cumplimiento del precepto Pascual.
Durante varias centurias la comunión por Pascua Florida y la procesión de acompañamiento al Santo Viático se realizaba con puntualidad y fue una costumbre muy extendida, adquiriendo una inusitada relevancia en la vida religiosa del pueblo, en especial con la fundación de Cofradías del Santísimo Sacramento que garantizaban y organizaban este acto piadoso de culto con gran solemnidad.
El valor de estas asociaciones es puesto de manifiesto claramente por Xabier Basurko, en su libro titulado Historia de la Liturgia señala que: “Las hermandades sacramentales son el instrumento privilegiado de la reconquista católica querida por Trento. Herederas de las hermandades medievales, cooperan ahora, junto con las numerosas congregaciones religiosas fundadas bajo la advocación de la Eucaristía, al servicio de este objetivo: inscribir la realidad eucarística en el espacio público y en el ritmo de la temporalidad, tanto individual como colectiva”.
En Sevilla, debemos a Doña Teresa Enríquez de Alvarado, el origen de las primeras Cofradías del Santísimo Sacramento, siendo fundadora de la que se considera más antigua, la Archicofradía del Santísimo Sacramento de la Parroquia de San Clemente, Sagrario de la Santa Iglesia Catedral. Corresponde a la Cofradía del Santísimo Sacramento de la Iglesia Parroquial de San Lorenzo, la primera que sacó bajo palio a su Divina Majestad para la visita a los enfermos.
Durante los s. XVI-XVIII se mantuvo el esplendor de estas cofradías sevillanas, pero la caída del Antiguo Régimen y una progresiva secularización de la sociedad, hizo disminuir la costumbre del acompañamiento común del Viatico en público, aunque permanecieron las procesiones de impedidos pascuales, llegando hasta las primeras décadas del s. XX. Ya entre los años 1960-1970 comienza un progresivo declive, que provoca la desaparición de la mayoría de las procesiones.
En palabras del Papa Francisco: “alrededor de la mesa del Señor, de la mesa del Sacrificio eucarístico, en la que Él nos dona de nuevo su Cuerpo, hace presente el único sacrificio de la Cruz. Es en la escucha de su Palabra, alimentándonos de su Cuerpo y de su Sangre, como Él hace que pasemos de ser multitud a ser comunidad, del anonimato a la comunión. La Eucaristía es el Sacramento de la comunión, que nos hace salir del individualismo para vivir juntos el seguimiento, la fe en Él. Entonces todos deberíamos preguntarnos ante el Señor: ¿cómo vivo yo la Eucaristía? ¿La vivo de modo anónimo o como momento de verdadera comunión con el Señor, pero también con todos los hermanos y las hermanas que comparten esta misma mesa?
(Homilía de la Santa misa con motivo de la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, 30 de mayo de 2013.)
María Carmona.