Carlos Carrasco alertó sobre el gran peligro que implica dejarse arrastrar por el miedo. Sacerdote, escritor, Licenciado en Teología Pastoral , Máster en Doctrina Social de la Iglesia y Párroco de Ntra. Sra. del Rocío de Dos Hermanas (Sevilla) narra su testimonio en tiempos de pandemia por coronavirus.
«Como sacerdote tengo que hacer la parte que me corresponde y es llevar una sonrisa porque cuando más miedo tenía han recibido a Dios y eso les ha cambiado la vida y para mí eso es fundamental».
«Este tiempo ha sido una lección de humanidad».
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“Si no eres feliz con lo que tienes, nunca lo serás con lo que no tienes”
A primera vista, de Carlos Carrasco Schalatter destaca su mirada azul, que parece brillar casi a cualquier hora del día y sin importar la circunstancia. Pero si se ahonda un poco más en este sacerdote se descubre, además, a una persona llena de inquietudes, de una delicada sensibilidad que no está reñida con la fortaleza que transmite y con un sincero y profundo sentimiento de agradecimiento a Dios y su familia.
Precisamente a su familia les debe su fe, “porque me dieron una educación cristiana, me han ayudado y alentado siempre”. Igualmente, señala que la Espiritualidad de San Ignacio de Loyola “ha sido clave” para su vida de fe. Por último, su parroquia de origen, San Benito, fue donde se forjó su vocación al sacerdocio, gracias entre otras razones, a su experiencia como catequistas y a los momentos de adoración ante el Santísimo.
A los 18 años quiso entrar en el Seminario, pero “finalmente no lo hice y estudié ADE”, una etapa en la descubrió “lo que era la vida universitaria, salir con los amigos, tener novia…”. Pero estos años no hicieron más que afianzar su compromiso con Dios. Así, a los 24, decidió dar el paso, después de realizar un camino de discernimiento “que me exigió mucho pero también me hizo mejor”.
Pero si algo ha hecho que Carlos haya crecido personal y espiritualmente ha sido su madre, especialmente desde el momento en el que le diagnosticaron cáncer: “la enfermedad me enseñó a vivir los conflictos con amor; a descubrir lo importante que era quedarse con las cosas buenas y a entender esa frase que dice que si no eres feliz con lo que tienes, nunca lo serás con lo que no tienes”.
Por otro lado, es destacable el perfil social de este sevillano, que desde su ordenación sacerdotal se ha volcado con Cáritas y la Doctrina Social de la Iglesia. Al respecto asegura que “mi incapacidad para entender a los más pobres me ha hecho crecer en la necesidad de amar”.
Para terminar, Carlos reconoce que “siempre he sido muy dócil para dejarme hacer”, por eso del futuro no espera más que desarrollar sus estudios, “descubrir el bien que hago con las cosas que salen de las manos de Dios y crecer espiritualmente para ser mejor pastor y mejor persona”.
Recuerda con cariño a las religiosas dominicas de Sta. Mª la Real que “tanto rezaron por mí y me cuidaron durante mi diaconado” y unas palabras de su tío, también sacerdote: “si los demás no lo hacen bien es el motivo para que tú lo hagas bien”. Reconoce que cometió errores en sus primeros años como sacerdote, en los que fue párroco de El Coronil: “yo me preparé para ser cura, no párroco, por eso me equivoqué tanto y pido perdón por los errores que cometí, y ahora, mirando atrás entiendo que fui incapaz de hacerlo de otra forma”.