Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-6):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adonde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.»
Comentario
«En la casa de mi Padre hay muchas estancias»
En este sábado conmemoramos a los fieles difuntos, la Iglesia reza por todos aquellos que nos precedieron en su tránsito, desde este mundo a la casa del Padre. Bien lejos está nuestra fe de la invasión de la cultura anglosajona que nos envuelve en estos días con la «supuesta fiesta de halloween». La cultura de la muerte trae esos «seres exotéricos»: brujas, zombies, vampiros y demás «personajes» de las sombras.
Nosotros iluminados por la fe somos hijos de la luz e hijos del día 1Tes. 5,5, seguimos a Cristo Resucitado, vencedor de la muerte, que nos hace partícipes de su vida y de su gloria. «Si morimos con Cristo, viviremos con Él» (2Tim. 2,11). Los difuntos no están deambulando en sombras de muerte porque en la casa del Padre hay muchas estancias. En el corazón de Dios hay sitio para todos, sólo que la salvación no se impone, se regala, Dios se ofrece a todos y ha ofrecido a su Hijo por todos.
Estos días a los niños les enseñan a llamar a las puertas con la estúpida propuesta «truco o trato». Nosotros tenemos que enseñarles que Jesucristo llama a las puertas de nuestro corazón sin truco ninguno, nos trata con infinita misericordia y nos ofrece participar de su vida y de su gloria para siempre. Él es el camino que tenemos que seguir, viviendo la vida con autenticidad para llegar a la plenitud de la vida. En la casa del Padre hay sitio para todos los que quieran