Su corazón aún permanece impregnado de la gracia recibida tras la ordenación diaconal, ocurrida hace apenas dos meses. Dentro de esta nueva dimensión en su vocación y servicio, Luca Toffolon ha hecho suyas las palabras del salmista: «Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón, buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro».
Es el segundo de siete hermanos y hace algunos días cumplió 31 años de edad, nació en Conegliano, Italia y allí, en su pueblo, sintió, siendo muy joven, la mirada de Dios que le invitaba a seguirlo.
Su camino tras Jesús inició en los campamentos vocacionales organizados por los Legionarios de Cristo. «Comencé a asistir a los 11 años, hasta que un verano decidí quedarme y entrar al Seminario Menor, porque había experimentado una forma auténtica de vivir la fe, tenía la Eucaristía diaria, una disciplina en la oración, dinámicas y excelentes amigos de muchas nacionalidades», recuerda.
Su bachillerato lo finalizó en Salamanca años más tarde, luego cursó estudios de Filosofía y Teología en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, en Roma.
Al término de su formación le esperaba Sevilla como nuevo destino, puntualmente en el Colegio Highlands School de Montequinto donde asumió el acompañamiento de más de 300 estudiantes de primaria. “Experiencia que me ha ayudado a salir de mi mismo, a no considerarme un autorreferente, me encantó Sevilla desde el primer momento”, refiere.
Luca fundamenta su vida de fe en la oración continua como guía y ayuda para no perder de vista lo realmente importante, acompañada de la adoración al Santísimo Sacramento, momentos de intimidad, cercanía y diálogo con Jesús. “Él te concede la alegría de vivir tu vocación de forma plena y auténtica, y es allí cuando empieza el testimonio a hablar por nosotros mismos”, explica.
Afirma que vivir la vocación es sin duda una gracia de Dios, “Yo no soy el que hace nada, todo lo hace y viene de Él, esa visión me ha abierto un horizonte distinto en mi vida”.