Cuando alguna iniciativa va bien y se realiza para ayudar a las personas que lo necesitan o que pueden estar desinformadas, hay que intentar exportarla a otros lugares con el objetivo de que llegue a cuanta más gente mejor. El farmacéutico Manuel Machuca, con un extenso bagaje solidario y profesional, lleva 14 años acompañando a personas que necesitan medicamentos desinteresadamente una vez por semana en la Parroquia Jesús Obrero, en el Polígono Sur, con el objetivo de realizar una optimización de la farmacoterapia a las personas que lo necesitan de la Cáritas Parroquial y dar información sobre hábitos de salud, vacunas, etcétera.
Precisamente, unos amigos de Machuca, los farmacéuticos Rosario Cáceres y Domingo Ortega, quieren llevar esta iniciativa a la zona de Tres Barrios. Ella es especialista en vacunas y ha desarrollado parte de su labor profesional en formación en lactancia, embarazo, puerperio, y todo el seguimiento del niño hasta la juventud. Domingo trabaja mayoritariamente en personas mayores y enfermos crónicos. Entre los dos, sus conocimientos cubren casi todas las etapas de la vida.
Tras un periodo de formación para conocer más aún la realidad de las personas que acuden a estas Cáritas parroquiales, la idea es la de empezar en la Cáritas Parroquial de la Blanca Paloma para, una vez por semana, atender las necesidades de las personas que así lo requieran.
La intención es revisar a los pacientes los medicamentos que se toman, las posibles duplicidades que puedan producirse al medicarse, si llevan bien la cartilla de administración de vacunas, lactancia, embarazadas… en definitiva, acompañar en su proceso de salud a las personas participantes en los proyectos de la Cáritas Parroquial o que hayan sido remitidos a las mismas por los voluntarios que realizan la atención de acogida.
Al final y tras lo que han podido ver de la experiencia de Machuca, “tiene que crearse una alianza entre la persona y el farmacéutico teniendo en cuenta la realidad social de cada persona” comenta Rosario, por lo que tener a dos farmacéuticos aconsejándole en diferentes campos en los que son especialistas, en colaboración con las farmacias de la zona, es bueno. La confianza entre el paciente y el profesional es clave para paliar las carencias que existan.
Con estas acciones, además de mejorar hábitos en temas de salud, lo que también se pretende es que estas personas se sientan acompañadas y atendidas.
De esta forma, la figura del farmacéutico, se pone al servicio de la comunidad, para acompañar al paciente, conocer en profundidad su proceso de salud, resolver dudas, ver si progresa con el tratamiento que está llevando a cabo y si lo toma adecuadamente e informar sobre la vacunación… en fin, mejorar la experiencia farmacoterapeutica, la relación que una persona tiene con su propia medicación. Con esa idea comenzará el servicio en la Cáritas Parroquial Blanca Paloma y, si todo va bien, continuar esta labor en la Cáritas de La Candelaria.