El día 21 de enero, la Iglesia celebra la memoria de Santa Inés, y como ya es costumbre el Santo Padre bendice dos corderos cuya lana será utilizada en la confección de palios sagrados.
El palio es una estola de lana blanca con seis cruces negras bordadas a lo largo de su superficie, significando la unidad con el sucesor de Pedro.
Después de confeccionado, el palio es guardado dentro de una urna en el Altar de la Confesión de San Pedro, donde permanece hasta el día 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, fecha en la cual el Pontífice lo impone a los nuevos arzobispos metropolitanos. Este gesto es señal de comunión especial que los liga a la Sede Apostólica.
Al inicio de la Iglesia el palio era de uso exclusivo de los Papas, más tarde su uso fue extendido a los metropolitas y primados, como símbolo de la jurisdicción delegada a ellos por el Pontífice.
Criados por las religiosas del convento romano de San Lorenzo en Panisperna, los corderos son ofrecidos al Papa por los Canónicos Regulares Lateranenses, en el día en que la liturgia de la Iglesia conmemora la memoria de Santa Inés.
Santa Inés, virgen mártir del siglo tercero
Santa Inés es una virgen mártir del siglo tercero que por defender su pureza, fue después de varios intentos, muerta decapitada al mando del vice-prefecto de Roma, Aspasio.
Su nombre «Agnes» significa casta en griego, y cordero en latín, de ahí la ligación con los dóciles animales.
El palio es confeccionado con lana de oveja, en representación de Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y el Buen Pastor que vela cautelosamente sobre su rebaño. Recuerda a los Obispos que, como Vicarios de Cristo en las respectivas Iglesias locales, son llamados a ser Pastores a ejemplo de Nuestro Señor.