El mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2020 ha sido publicado la mañana de hoy, con el título de «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20)».
«El Señor nos vuelve a conceder este año un tiempo propicio para prepararnos a celebrar con el corazón renovado el gran Misterio de la muerte y resurrección de Jesús, fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria», refirió el Pontífice.
Recomendó «volver continuamente a este Misterio, con la mente y con el corazón, que -de hecho, este Misterio no deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso».
Estructurada en cinco puntos, el Papa exhorta a vivir «la alegría del cristiano» que «brota de la escucha y de la aceptación de la Buena Noticia de la muerte y resurrección de Jesús, a través del kerygma«.
Invitó mediante el documento, a la «urgencia de la conversión, mediante un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo». Señaló que «por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal. Más que un deber, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene.
En constante referencia a la Exhortación Apostólica «Christus vivit», el papa Francisco pidió vivir «la apasionada voluntad de Dios de dialogar con sus hijos, una riqueza para compartir, no para acumular sólo para sí mismo».
«El diálogo que Dios quiere entablar con todo hombre, mediante el Misterio pascual de su Hijo, no es como el que se atribuye a los atenienses, los cuales «no se ocupaban en otra cosa que en decir o en oír la última novedad» (Hch 17,21)».
«Este tipo de charlatanería – detalló- dictado por una curiosidad vacía y superficial, caracteriza la mundanidad de todos los tiempos, y en nuestros días puede insinuarse también en un uso engañoso de los medios de comunicación».
Así pues – ha dicho- en este tiempo favorable, dejémonos guiar como Israel en el desierto (cf. Os 2,16), a fin de poder escuchar finalmente la voz de nuestro Esposo, para que resuene en nosotros con mayor profundidad y disponibilidad. Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros. No dejemos pasar en vano este tiempo de gracia, con la ilusión presuntuosa de que somos nosotros los que decidimos el tiempo y el modo de nuestra conversión a Él.