Busco tu rostro

¿Es posible hoy buscar el rostro de Dios?

pregunta está ahí y Cristina González Alba, que ya escribió algún librito sobre cómo orar, recoge el guante en este nuevo libro. Son veinticuatro capítulos breves en los que la autora vierte su experiencia de oración de un modo muy personal, aunque también apoyado en los textos bíblicos: Evangelios, Salmos, Antiguo Testamento (Isaías, Oseas…). Para ello propone usar la razón, pero sobre todo el corazón, sentir y saborear al Señor. Porque Él no es una abstracción, sino alguien cercano. Algún párrafo al azar dará cuenta de la perspectiva elegida para orar:

Entremos en los evangelios con los sentidos abiertos. Paseemos entre sus páginas. En sus escenas no solo hay enseñanza, también hay belleza (…). Busquemos la belleza en las Sagradas Escrituras. Antes de meditarlas imaginemos los paisajes, sonidos, olores y sabores que envuelven sus relatos. Toquemos, acariciemos, sintamos…” (p. 98).

Pero aquí no se propone una oración sensiblera, sin propósitos. Tan malo es quedarse solo en la frialdad de los razonamientos, como enfundarse en blandenguerías poco operativas. El punto medio es la receta de este libro, muy útil para aprender a orar:

Dios quiere que sepamos. Saber es importante. Es premisa del amor y da sabor al amor… Saber de Dios da sabor a mi relación con Él. Saber para amar…” (p. 53).

Y para ello repasa parábolas del Evangelio, buscando un entendimiento vivencial y trascendente de la doctrina del Maestro, de las cosas mismas, al crear situaciones semejantes y completar las escenas… como un personaje más, pero único e irrepetible, porque soy yo. “Dios no quiere convencernos, quiere que experimentemos su Palabra con todo nuestro ser” –dice en otro momento (p. 82)-.

¿Cómo hacerlo? ¿Cómo lograr abrir ese diálogo en medio de nuestras ocupaciones habituales? Buscando espacios de soledad: “experimentar el silencio, vivir el abandono, aprender a escuchar, discernir” -nos dice (p. 13)-. Porque cultivar el espíritu debería ser lo primero para el hombre. Y “no hay vida espiritual sin momentos de intimidad con Dios” (p.16). Seguros de que “el encuentro con Jesús nos libera de todas esas cargas que nosotros mismos nos creamos cuando no creemos” (p. 53).

Quizá algún lector piense que todo esto suena a receta prefabricada, a simple aforismo… En absoluto lo es, porque surge de la vida interior de la autora que, en ocasiones, introduce en el texto su propia oración:

Mi Dios. Que anidas en mi hueco, en esa nada de mi existencia. En mi soledad, en mi vacío, en mi necesidad” (p. 17)…

Siembra en la tierra la nostalgia para que yo coseche la sed. Para que nunca deje de buscarte. Para que regrese cuando me sienta lejos” (p. 91).

Recapitulando:

La oración es verdad. No es táctica, no es juego espiritual, no es psicoanálisis, no es soliloquio, no es fruto de nuestra imaginación: es verdad. Dios habita en nosotros (…) Ahí es, es en mi” (p. 120).

Orar en soledad, pero también orar en comunidad… y por ello recoge bellos fragmentos de laudes, la oración de la Iglesia. El hermano apoyado por el hermano…

Un libro que “viene al pelo” en este tiempo de Cuaresma en que Jesús nos pregunta: ¿sereís capaces de beber el vino que Yo he de beber? Y es que “el vino de la resurrección es el vino de la esperanza. Pero hay que beberlo en el cáliz de la Cruz” (p. 116).

María Caballero


 Busco tu rostro. Recursos espirituales para orar.

Cristina Gonzalez Alba

Bilbao, Ed. Desclée de Brouwer, 2020. 144 págs.

ISBN: 978-84-330-3088-7

 

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