Lectura del santo evangelio según San Mateo (1, 16. 18-21)
Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apena había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
Comentario
Hizo lo que le había mandado
San José, cuya solemnidad celebraos hoy, cumple un papel decisivo en el plan de Dios para la salvación de los hombres. Sólo que su discreción lo ha mantenido oculto, escondido podríamos decir. Pero el Evangelio de su solemnidad destaca la virtud fundamental por encima de cualquier otra: la obediencia para hacer la voluntad del Padre: «Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer». En la lectura del oficio divino de hoy, San Bernardino de Siena nos habla precisamente de esta cualidad suya: «José fue elegido por el eterno Padre como protector y custodio fiel de sus principales tesoros, esto es, de su Hijo y de su Esposa, y cumplió su oficio con insobornable fidelidad. Por eso le dice el Señor: eres un empleado fiel y cumplidor, pasa al banquete de tu Señor». José, el fiel esposo, cumple fielmente lo que Dios dispone para él y obedece en su interior hasta amoldar su voluntad a la del Padre creador. Eso es lo que nos admira de San José, patriarca bendito, broche del Antiguo Testamento y anclaje del Jesús encarnado en su propia historia. Estos días que tanto estamos empezando a valorar la obediencia a lo que se dicta, bien haríamos en obedecer también la ley que el buen Dios está leyendo en el corazón de cada uno de nosotros.