Miguel Ángel Falcón Peña es feligrés de la Parroquia de Santa María de la Mesa de Utrera y Hermano Mayor de la Hermandad de la Quinta Angustia de la misma localidad.
A sus 36 años, Miguel Ángel echa la mirada hacia atrás y reconoce que su vida ha estado marcada por la constante presencia de Dios. “Mis más antiguos recuerdos son de la Hermandad de la Quinta Angustia, a la que he pertenecido desde pequeño como lector y miembro del grupo de jóvenes”.
Experimentar el Amor de Dios
En el paso de Dios por su vida, Miguel Ángel reconoce episodios que sin duda han marcado un antes y un después en su vida familia y espiritual. Concretamente fallecimiento de su hermana a los seis años de edad. “Fue un acontecimiento que me permitió ser plenamente consciente de la existencia de Dios, lógicamente son momentos en los que te haces muchas preguntas ¿por qué ella? ¿por qué tan pequeña?, Y Dios me permitió experimentar su amor en esos momentos tan difíciles”.
Reconoce que Dios ha sido el sustento de su familia, “pero no en sentido figurado, me refiero a la realidad palpable”.
Dar gracias
Su día inicia con la oración matutina, momento en el que se reconoce creatura en manos del hacedor. “Tampoco me voy a la cama sin mi oración de acción de gracias por las noches”.
“A lo largo de mi vida me he dado cuenta que no hay que desesperarse por conseguir los objetivos, sino, los que tenemos fe, ponemos nuestras cosas en manos de Dios, yo estoy convencido de eso. No hay acontecimientos que sean perjudiciales para nuestra vida, a medida que pasa el tiempo nos damos cuenta de por qué Dios lo ha permitido”.
Fe con naturalidad
Miguel Ángel recomienda vivir la fe con naturalidad.
Agradece que en la “Archidiócesis de Sevilla tengamos tan buenos pastores que nos lleven a Dios, es una gran bendición”.
“Tenemos que pensar siempre que la grandeza de Dios es que vivió la vida con naturalidad, con cercanía, siempre he dicho que hay que estar preparado para comer con cubiertos, pero también a comer con las manos, es importante siempre buscar un equilibro en nuestra vida de fe, saber apreciar y agradecer”.