La adolescencia es una de las etapas favoritas de guionistas y cineastas. Un periodo marcado por notables y variados cambios vitales (biológicos, psicológicos, relacionales…), que permite a los creadores una visión caleidoscópica de este proceso madurativo. Cada época ha tenido su cine de adolescentes, un género bautizado en Norteamérica con la expresión coming of age y que ha producido de todo: títulos memorables y auténtica basura.
Si en la década de 1990 abundaban los filmes de ‘adolescentes descerebrados’, donde el desmadre, la diversión y el ‘todo vale con tal de pasarlo bien’ dominaban las escenas, conforme nos adentramos en el siglo XXI el interés argumental de este género se ha ido centrando en las relaciones afectivas, en las conductas violentas y de riesgo, en el autodescubrimiento de la propia identidad psicológica y sexual… Campos de enorme interés, sin duda, pero abonados para sembrar también ideologías al uso.
Por eso, cuando uno se encuentra con una película como “El mapa de los instantes perfectos” no puede hacer menos que aplaudir. Y no porque sea un filme excepcional, sino porque su mirada es excepcionalmente honesta. Familiar, agradable, romántica, divertida y con algunos apuntes dramáticos bien elegidos, esta producción de Amazon, accesible ya a través de Prime Video, te conquista desde el minuto uno hasta el mágico final.
El argumento recuerda un título de 1993 convertido ya en clásico: “Atrapado en el tiempo”, con dirección de Harold Ramis y unas estupendas interpretaciones de Bill Murray Andie McDowell. En esta ocasión dirige Ian Samuels a partir de un relato corto de Lev Grossman, transformado en guion por el propio escritor y en el que cita expresamente el filme de Ramis.
Mark (Kyle Allen) es un joven de 17 años atrapado en un ‘bucle temporal’. Simpático, noble y soñador, vive una existencia aburrida porque desde hace algún tiempo cada jornada se repite… como ‘el día de la marmota’. Margaret (Kathryn Newton) tiene la misma edad, es inteligente, decidida, práctica y quiere ser ingeniero de la NASA, pero también está afectada por la misma ‘anomalía temporal’. Con tantas horas por delante, Mark y Margaret deciden buscar juntos todas esas pequeñas cosas que hacen que un día pueda ser perfecto.
Con una banda sonora que incluye temas de Blossoms y de Bruises (aparte del Estudio op. 25, núm.1, de Chopin), “El mapa de los instantes perfectos” es una película moderna y fresca, que esquiva la ñoñería sin recurrir a vulgaridades y que presenta una visión del enamoramiento juvenil nada superficial. Añádase a estas cualidades algunos acertados apuntes sobre el sentido de la vida y del dolor y tenemos una película ‘perfecta’ para adolescentes y jóvenes.
Juan Jesús de Cózar