Era de madrugada y no podía dormir, sus gritos no me dejaban. Una vez más lo intenté, me apretujé entre las sábanas e intenté dejar la mente en blanco, pero una vez más hube de desistir…
¡Imposible! El sueño no me llegaba, y si me llegaba, sus gritos lo hacían huir.
Pero ¿de quién eran esos gritos y que tenía que ver yo con ellos? Intenté otra cosa, en vez de intentar callarlos, los escucharía. A ver si de esta manera terminaban por dejarme. Así que afiné el oído y me puse a escuchar.
Primero me llegó un grito en forma de sequía. No había una gota de agua a mi alrededor. Todo era un desierto.
¿Qué había pasado con los ríos y lagos? ¿Qué había pasado con los pozos y estanques? ¡Todo era un secarral!
Los árboles y plantas había desaparecido… ¿Y todo esto por causa mía? ¿Y todo esto por causa nuestra? Es verdad que yo no era muy cuidadoso con el agua pero…
Decidí seguir escuchando. El siguiente grito llegó en forma de calor, mucho calor. La temperatura subía y no dejaba de subir. ¿Se referiría este grito a eso que llaman “calentamiento global”?
Esto me llevó a pensar en la contaminación, en los gases que soltamos a la atmósfera: las fábricas, los humos, los coches… ¿Por qué tendría que utilizar siempre mi coche particular? ¿No habría otros medios que contaminasen menos?
Me hubiese gustado que el sueño me invadiera, pero una vez que me puse a escuchar, parecía imposible parar. De pronto se me hicieron presentes el petróleo y el carbón, la formas de energías más contaminantes que, además, tienen sus límites. ¿Cuánto de lo que utilizamos se sirven de ellas, calefacciones o aires acondicionados, por ejemplo? ¿Por qué no servirnos de fuentes de energía alternativas?
Y el plástico, el maldito plástico que todo lo llena y todo lo invade. En todos los sitios está. Nuestro mares y océanos también están llenos de ellos y afecta a todo ser vivo, incluso nos lo comemos en forma de partículas. Y junto al plástico, el papel. ¡Sí, el papel! No olvidemos que lo producimos a partir de la madera y que una sobreexplotación lleva a terminar con los recursos y estamos talando, talando, talando…
¿Por qué no seremos más responsable con lo que consumismo? ¿Por qué no reducir nuestro consumo? ¿Por qué no aprovechar las cosas al máximo? ¿Por qué no reciclar?
Me di cuenta que si quería acallar los gritos, si quería conciliar el sueño tendría que hacer algo. Sólo así encontraría el silencio. Decidí cambiar poco a poco mi estilo de vida. Hay cosas que se me escapan pero hay cosas que puedo hacer. Decidí ser más responsable en el uso del agua, utilizar el transporte público, consumir menos, lo que necesitase pero no más, dejar de utilizar en la medida de lo posible el plástico, tirar menos del papel, abrigarme un poco más en invierno para utilizar menos la calefacción y utilizar otros medios en verano y no siempre el aire acondicionado…
Quizás no parezca mucho pero era cosas que yo podía hacer y si todos hiciésemos lo que podemos hacer, a lo mejor los gritos de la tierra serían cada vez menos.
Al final pude conciliar el sueño y descansar.
Grupo Ecología Integral – Justicia y Paz
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(Para celebrar el final del Año Especial de Aniversario de la Laudato Si’, el Papa Francisco invita a los 1.300 millones de católicos del mundo a participar con alegría en la Semana Laudato Sí 2021, que se celebra del 16 al 24 de mayo.)